CODIGO 32
Por Rey Arturo Taveras
SANTIAGO, REP. DOM.- "El que a hierro mata a hierro muere.”, “ojo por ojo, diente por diente”, "Cuando las mariposas quieren perderse echan alas", " cuando el mosquito vuela y pica muere" y "Cada quien cosecha lo que siembra" son refranes que evocan el asesinato a tiros del expolicía dominicano Fernando de los Santos “La Soga” .
La Soga fue emboscado por personas desconocidas, la mañana de este miércoles 3 de junio, cerca de su residenca de la calle Caonabo, en los entornos de la entrada de Camp David, del sector Gurabo, Santiago, donde cayó fulminado por una lluvia de balas de armas de diferentes calibres, según se ha dicho.
La Soga encabezaba, junto al también asesinado policía llamado Cabrerita, un escuadrón de extermio y de limpieza, compuesto por 4 agentes que pertenecían al Departamento de Robos de la Policía de Santiago, al que se le atribuyen más de 35 ejecuciones de delincuentes y de personas sin antecedentes criminales.
Además de la Soga y Cabrerita”, el escuadrón o comando de la Muerte estaba integrado por los policías Antonio García “La Cobra” y el primer teniente José Miguel López “Lopecito”.
El grupo saltó a la fama por la crueldad de sus acciones en contra de los prófugos de la justicia, a los que buscaban hasta debajo de la cama y los mataban en presencias de sus padres, esposas e hijos, cuasando pavor y graves secuelas psicológicas.
Además de matar a delincuentes prófugos de la justicia y a otros que eran liberados para persegirlos y eliminarlos en las calles y asi salir de ellos, el escuadrón de la Soga también hacía trabajos por encargos (sicariato), al tiempo que mataban para vender órganos de los cuerpos de las personas eliminadas, cuyos cadáveres eran llevados a la morgue del hospital Regional Cabral y Báez, donde les extraían riñones, corazones y otros órganos .
LA SOGA PROFUGO DE LA JUSTICIA:
Después de una carrera de más de 20 años de servicio policial eliminando supuestos delincuentes, la Policía Nacional “descubrió” que Fernando de los Santos, La Soga, era un asesino y desde el 2011 ésa institución activó su búsqueda para apresarlo años después.
En Septiembre del 2011, el jefe de la Policía de ese entonces, el mayor general José Armando Polanco Gómez, lo sentenció a pagar con el precio de la libertad o con otra cosa (la muerte)
MOTIVOS DE SU APRESAMIENTO
El teniente La Soga, cuya vida criminal inspiró una película que lleva su apodo, commenzó a ser perseguido, luego de ser acusado de haber sido contratado por los empresarios Juan Silverio Ureña, de San Francisco de Macorís y Bonel de Jesús Lanfranco Castro para matar a dos jóvenes del ensanche Libertad, en Santiago.
La Policía asegura que recibió 250 mil pesos por asesinar a los muchachos, cuyos cadáveres aparecieron atados de pies y manos en la presa de Bao, en Sabana Iglesia.
Las víctimas respondían a los nombres de Elvis Sebastián Valerio y a Luis Roberto Torres, qienes habrían sido mandados a matar por Bonel de Jesús Lanfraco Castro y Joan Silverio Ureña, en represalia por un supuesto “tumbe” de 100 mil dólares.
HISTORIA DE BANDAS PARAMILITARES DOMINICANAS
La historia de la República Dominicana regista múltiples hechos similares al del expolicía La Soga, en el que surgen personas y grupos que, amparados en el poder policial y gubernamental, imitan al Goliat bíblico que mataba y atemorizaba a los filisteos , pero luego son eliminados por valientes David que vengan a los que mueren a manos de ésos forajidos.
En el Servicio de Inteligencia Miliatar (SIM) de Trujillo hubo muchos verdugos que llenaron las calles dominicanas de muertos y llevaron luto y dolor a miles de familias. Luego, en las décadas del 1960 y 70, surgieron grupos para militares bandálicos como "Los Paleros" (pos muerte de Trujillo) y La Banda Colorá (en los gobiernos de Balaguer), cuyos integrantes eliminaron a miles de hombres y mujeres de ideas brillantes que no comulgaban con el gobeirno de turno.
Después, en las décadas de los 80 y 90, a lo interno de la Policía Nacional fueron creados grupos de exterminio, integrados por agentes que eran preparados, convertidos en sicópatas, para matar a supuestos delincuentes.
Entre los Goliat policiales de los últimos años se pueden citar al apodado Castillito y al segundo teniente La Soga, que mataban a delincuentes y no delincuentes, amparados en la autoridad del uniforme de la Policía Nacional.
Los dos fueron medidos con la misma vara y por coincidencias cayeron abatidos en lugares cercanos, en épocas diferentes, tras convertirse en prófugos de la justicia y luego de un tiempo en libertad condicional fueron asesinados por personas desconocidas, el primero en Guazumal, Tamboril, y el otro en Gurabo, Santiago.