SANTIAGO, REP. DOM.- Al hablar de una posible repostulación para lograr un
segundo mandato, el presidente dominicano Luis Abinader ha hecho una jugada
maestra en el ajedrez político, porque con esa actitud lleva aliento y esperanzas
a los perremeístas que no han sido tomado en cuenta para disfrutar de las
mieles del poder.
Mostrarse cauto y escéptico ante una revelación de esa
magnitud, sería un error sin sentido de los perremeístas, porque apostar a un
segundo período presidencial es mejor que salir del poder tocándose los
fundillos.
Tradicionalmente, el presidente de la República ha
sido y seguirá siendo el mayor activo de ganar una elección, debido a que le favorecen
los recursos y poderes que maneja.
Luis Abinader ha hecho bien al no ser hipócrita y hablar
decir la verdad sobre la reelección presidencial, en un momento en el que las
bases de su partido ven desvanecerse la oportunidad de lograr un empleo en el
gobierno por falta de tiempo.
Un halito de esperanza ha surgido en los pireneístas
al saber que su gobierno podría ser por ocho años y no por cuatro como prevee
la oposición.
Como la repostulación presidencial consecutiva es
permitida por la actual Constitución, la posibilidad de Luis Abinader se
repostule no debe ser cerrada por su partido. Si lo hacen sería una acción partidaria
egoísta y peligrosa porque se atentaría contra la integridad del partido y los
avances del país.
Al presidente Abinader le favorece la gestión discreta
y eficaz que tiene un mandatario de poder realizar acciones en favor del pueblo
que mantenga su popularidad con altos índices de apoyo.
También le favorece la no inexistencia en la oposición
de individuos que consigan persuadir un electorado presidencialista a que vote a
su favor y no por la superioridad del candidato que busca la reelección.
Favorecer al mandatario que busca la reelección en el cargo
la incertidumbre y el temor a lo nuevo y la vuelta al pasado representado en
lideres que no lo hicieron bien.
Los mayores recursos y resortes que maneja el
presidente y que se ponen en juego durante el primer turno y, específicamente,
hacia el final y durante la campaña electoral.