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viernes, 4 de diciembre de 2009

El voto comprado tiene consecuencias funestas

CODIGO 32
Por Arturo Taveras
El pueblo dominicano no esta preparado para ejercer un sufragio consciente.

Es por eso que en cada proceso electoral va a las urnas sin importarle su futuro. Deposita un voto vendido al mejor postor o manipulado a favor del candidato que mejor estrategia elabore en campaña.

Esto conlleva a que en cada elección se escojan candidatos sin capacidad para gobernar. El dominicano vota por quien sepa manipular el voto con el clientelismo o con estrategias persuasivas.

Es obvio que a los dominicanos les interesa cual es el mejor candidato, ni le importa su capacidad intelectual, ni mucho menos cual es su programa de gobierno. Solo le preocupa matarse el hambre del momento, aunque se condene a morir de necesidad durante muchos años.

En cada certamen electoral en la República Dominicana se cuelan los corruptos, los ineptos, los que buscan impunidad. Ellos se aprovechan de la ignorancia de este pueblo famélico y sin consciencia.

Las personas preparadas, estudiosas, honestas y trabajadoras no ascienden al poder político, porque no tienen recursos y se convierten en victimas del apabullante poder económico que esta en manos de los más habilidosos.

En el sistema electoral criollo prima la falta de educación y responsabilidad ciudadana. Es por eso que se necesita un cambio de consciencia que ponga fin al clientelismo excluyente y corrupto que campea en las instituciones del Estado.

Es hora de comenzar a reflexionar con detenimiento en el valor del voto para que las urnas de las próximas elecciones congresuales y municipales no alumbren nuevos pichones de corruptos, delincuentes públicos que a la luz de todos despilfarran el dinero del pueblo.

Es necesario que los electores hagan consciencia de la importancia de votar por un programa de gobierno viable, que el candidato sea capacitado y sin compromiso con sectores oscuros, que cada día sumergen a este pueblo en la miseria.

No se puede votar por caras bonitas o porque el candidato reparte dinero y comida un día, sino por personas con experiencia, sin afán de amasar fortunas y, sobre todo, de principios morales y religiosos.

Cuando el elector vota por compromisos económicos, contraídos con el candidato, esta cavando su propia tumba, porque el voto comprado o manipulado por el dinero tiene consecuencias funestas.