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miércoles, 3 de agosto de 2022

El agua de lluvias era ‘’sagrada’’ en los hogares dominicanos

CODIGO 32

Cuando en República Dominicana no existían electricidad, ni neveras, ni acueductos, el agua de lluvia era un bien ‘’sagrado’’ en los hogares del país  y se conservaba en grandes tanques  de cemento, en tinajas y otros envases para el consumo humano, sin importar su contaminación ni el daño que hace a la salud.

En el agua de lluvia nacen los mosquitos transmisores de enfermedades y para matar las largas las familias campesinas dominicanas colocaban carbón mineral dentro del agua almacenada, lo que a juicio de la población purificaba el vital líquido.

Esa práctica se mantuvo en muchos campos de la Republica Dominicana  hasta mediado de la década del 1990, cuando la población comenzó a ser orientada sobre el daño que provoca el agua proveniente de las nubes, por la contaminación que recibe.

Los científicos han determinado que las precipitaciones remueven partículas y gases, por lo que debe evitarse la ingesta del agua de lluvia, lo que  podría contener microorganismos y metales pesados como aluminio, cadmio y plomo.

En las grandes urbes, la industrialización y la alta densidad poblacional tienen efectos adversos en la química de las precipitaciones pluviales.

Investigadores de la Universidad de Estocolmo (Suecia) y la ETH Zúrich (Suiza) publicaron un estudio en el que revelan que el agua de lluvia ya no es potable en ningún lugar del planeta, ni siquiera en regiones consideradas prístinas, como la Antártida o la meseta tibetana.

Esto se debe a la presencia en la atmósfera de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) de origen antropogénico.

Se trata de compuestos químicos que se han asociado con una amplia gama de daños graves para la salud, lo cual incluye desde dificultades para el aprendizaje hasta cáncer, infertilidad, aumento del colesterol y problemas del sistema inmunitario.

Tras varios años de trabajos de laboratorio y de campo, los investigadores descubrieron que los niveles en la atmósfera de algunas PFAS dañinas no están disminuyendo, a pesar de que su principal fabricante, la multinacional estadounidense 3M, dejó de producirlas hace ya dos décadas.