CODIGO 32
La importancia de Eddy Veras como reducto del fallido grupo de los cinco del PLD en Tamboril radica en que es un joven político ingenioso, a pesar de que en el año 2006, cuando terció por la candidatura a síndico por el PLD, pensó que había ´´amarrado una vaca´´ en la parcela morada y no se percató que sólo ´´enlazó una borrega´´ que luego soltó a patadas, vociferándole traidora.
Por actos que no son extraños en la política dominicana y mucho menos en Tamboril, Eddy se peleó con la cúpula dirigencial del PLD en el municipio y su fuerza se fue a pique, la cual intentó recuperar con el desaparecido grupo de los cinco, el que, según se ha informado, con la salida de Nicolás Santos y José Vergas se redujo a tres.
Eddy Veras es un profesional de ideas brillantes, pero ha sido traicionado por la mayor enemiga de los humanos que es la emoción, sentimiento que obnubila el pensamiento y hace impulsivo a quien sufre sus ataques.
Este meritorio abogado debió ser el Napoleón político de Tamboril, pero ´´todo lo que hace con las manos lo destruye con los pies´´ cuando con su excelente oratoria enfrenta a sectores contra los cuales choca como el huevo contra la piedra.
Es un dirigente político que ha hecho mucho por Tamboril y por eso el PLD debe reconocer sus méritos y darle un lugar preponderante en ese partido para pueda contribuir en el cambio de dirección de los destinos del municipio.
UN CONCEPTO BIBLICO DE LA PALABRA REMANENTE
La palabra "remanente" significa "residuo" o "resto". El remanente ha existido no sólo en los tiempos bíblicos, sino en toda la historia de la iglesia. De cada época se puede decir con toda seguridad lo que decía Pablo en sus días, respecto de los judíos: "Aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia" (Ro. 11:5).
El remanente es el "resto" que se separa del todo cuando la deserción llega. Es el grupo de fieles que se apegan al testimonio de las cosas tal como eran al principio.
La existencia misma de un remanente demuestra el fracaso del cuerpo profesante.
El remanente presenta dos características fundamentales: 1. Reconoce el fracaso y la ruina generalizada. 2. Cuenta con Dios y se aferra a su Palabra.
