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sábado, 25 de diciembre de 2021

El ego no da paso al relevo político


CODIGO 32
Por José Luis Taveras

“En nuestro mundillo político y social todavía ruedan pesadamente muchas personas parecidas al  “Pachá”, convencidos, por delirio o autoengaño, de que todavía son lo que una vez fueron. Lo peor es no encontrar una persona honesta que les diga sin censura que ya estorban. No. Somos complacientes por definición genética y al menos públicamente solemos guardar la sinceridad. 

Muchos prefieren morir a perder una posición política o la mención de sus nombres, la referencia de sus opiniones y ¡Claro! el halago excesivo de sus dotes o influencia. 

En una sociedad de apremios como la dominicana siempre encontraremos alcahuetes y expertos en decir lo que queremos oír: ahí está el engaño de quienes se creen líderes eternos, pero no se dan cuenta cuando les llega la decadencia. 

Aquí hay gente a la que solo la retira la muerte de las actividades políticas, sociales o empresariales, persuadida sinceramente de que no hay nadie que lo haga mejor. 

Desde que tengo conciencia de vida escucho los nombres de las mismas personas. Algunos trashuman como zombis, pero no hay quién los aparte de las pasarelas y escenarios de ovaciones y aplausos. Dentro de esos se cuentan políticos, artistas, religiosos, académicos, activistas, sindicalistas y empresarios. El relevo siempre espera razones y el retiroapenas se planifica.  

Me provoca risa cuando escucho a algunos líderes de partidos grandes, medianos y pequeños hablar de participación, democracia horizontal, oportunidades, nuevos modelos y relevos, pero en las boletas electorales siempre aparecen sus fotos. Son candidatos de vida. 

En cierta ocasión un dirigente de un partido me reconvino por no aceptarle la candidatura a la senaduría por Santiago. Para desquitarme le dije que solo aceptaba de su 

Escribí en un reciente artículo que hemos tenido cincuenta y siete presidentes (algunos cuentan cincuenta y cuatro). Solo entre siete (Santana, Báez, Heureaux, Trujillo, Balaguer, Fernández y Medina) se cuentan 108 años de gobierno, es decir, las dos terceras partes de la vida republicana; los restantes cincuenta presidentes consumieron apenas 69 años. Eso dice mucho del sentido de imprescindibilidad del liderazgo político y social, pero también nos habla de una sociedad conservadora que hace poco por abrirse a nuevas perspectivas, y creo que lo peor de ese relato es que el mantenimiento de tales referentes no necesariamente está determinado por imperativos ideológicos o por la satisfacción con los modelos dominantes, sino por puros intereses de quienes controlan el poder fáctico. Tal vez por eso, aunque parezca paradójico, no le reprocho del todo al Pachá aquello de vivir en un “país maldito”…