Educador, primo del ministro Eduardo Estrella y Nieto del general Piro, vive en la indigencia en un carro

CODIGO32-SIPRED
Por Rey Arturo Taveras 

SANTIAGO, R.D. Abandonado, como un objeto sin valor, vive el profesor Ramón Arturo Estrella Clase, nieto del legendario general de montonera Pedro Antonio Estrella Molina (Piro Estrella) y primo Hermano del Ministro de Obras Públicas, ingeniero Eduardo Estrella.

El educador tiene como hogar, desde hace meses, un carro viejo estacionado en el parqueo de la Policía Nacional, en la antigua base aérea de Santiago. 

Pese a tener tantos parientes de poder económico y de haber sido un empleado del Magisterio de Educación, Ramón Arturo sobre vive a la miseria, al polvo, el silencio y los temblores de su epilepsia, se aferra a la vida como quien se sostiene de una rama quebrada sobre el abismo.

Hijo del linaje de héroes, sangre de los rebeldes que desafiaron dictaduras de Trujillo, Ramón Arturo, enfermo y frágil, hoy vive como náufrago de su propia historia. 

En sus venas corre la memoria de un hombre que se alzó en las montañas de Tamboril contra Trujillo, que resistió la mordida del poder absoluto y protegió a sus 54 hijos de la furia de la tiranía. 

Pero el educador y creado de profesionales, parte de su descendiente,  yace ahora sin techo ni pan, sin auxilio ni honra, como una ironía trágica lanzada al rostro de la historia dominicana.

Pese a su precaria condición, el profesor mantiene la dignidad intacta, aunque carcomida por el dolor y la indiferencia. 

Sufre de ataques epilépticos, achaques varios y el mayor de todos: el abandono. 

Su única hija, Crismely Aurelina Estrella Fajar, reside en los Estados Unidos, por lo que clama a ella clama, como un padre herido ayudarle a preservar el derecho natural de seguir viviendo a la vida,

Ramón Arturo pide que no lo olviden, que acudan en su auxilio, por lo que también clama a  sus parientes cercanos. entre ellos el influyente empresario José Clase, propietario de una zona franca en Santiago, y el actual Ministro de Obras Públicas, Eduardo Estrella, primo hermano suyo, que tengan misericordia de su vida. 

UNA ESTIRPE DE HONOR.

Don Pedro Antonio Estrella Molina, más conocido como Piro Estrella, fue un cacique de los de antes, de verbo recio y machete sin miedo, que en 1930 alzó su bandera contra el naciente régimen de Rafael Leónidas Trujillo. 

Igual que Cipriano Bencosme y Desiderio Arias, resistió el vendaval autoritario de Trujillo y se exilió voluntariamente en su finca de Las Lavas, donde prefirió el silbido del viento entre cañaverales a los halagos envenenados del tirano.

Su hijo, Salvador Estrella Sadhalá, sería más tarde uno de los valientes conjurados que pusieron fin a la dictadura el 30 de mayo de 1961. 

 Sin embargo, esa sangre parece haberse tornado invisible en la carne de su nieto, olvidado por la historia oficial y marginado por su propia estirpe.

EL OLVIDO ES UNA FORMA DE MUERTE 

Ramón Arturo no pide estatuas ni calles con su nombre, sino asistencia, una mano que le permita salir del lodo de la miseria. 

Quiere que su hija y sus parientes escuchen su llamado y que  no lo dejen morir como un perro bajo el sol, entre patrullas y el escándalo de los que infringen la ley y los perseguidores de justicia en la base de la Regional policial de Santiago.

El nieto de Piro Estrella no debería ser un cadáver viviente dentro de un carro oxidado, sino el custodio de una memoria viva, testimonio de un linaje que con dignidad y valentía escribió capítulos de nuestra historia.

La República, que tantas veces glorifica sus héroes muertos, haría bien en mirar de frente a los vivos olvidados.

Porque cada hombre abandonado por su familia y por su país, es un espejo roto de la nación que pretendemos ser los dominicanos. 


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