De Tamboril al alma de los Amish: un viaje entre amigos hacia un mundo en descanso
CODIGO32-SIPRED Por Johan Rosario NEW YORK, EE. UU.- Bajo un cielo limpio de Pennsylvania, cuatro amigos nos detenemos un instante para sellar con una foto la alegría de estar juntos: Vismark, Daniel, Valucho y un servidor, calabaza en manos, como emblema del otoño, de la cosecha y de ese aire festivo y misterioso que anuncia la cercanía de Halloween. El estacionamiento y los árboles a nuestro alrededor parecen un escenario casual, pero en realidad somos caminantes en ruta hacia un destino singular: la legendaria comunidad de los Amish. Allá donde la modernidad no penetra, donde los caballos sustituyen los motores y la vida transcurre con una serenidad que al mundo le cuesta recordar. La imagen encierra, más allá de la anécdota, una metáfora: la calabaza que sostengo es símbolo de lo simple y lo eterno, de la cosecha y del ritual, pero también de la amistad que nos reúne. Y en ese tránsito hacia un lugar detenido en el tiempo, quedamos nosotros mismos detenidos en la fotografía, c...