Presidente de Salud Dominicana lamenta muerte de joven mujer, en Tamboril
¿Cómo pudo caber tanta vida en la muerte?
Por Johan Rosario
En esta joven, plena de fuerza, sueños y color, la muerte se vuelve aún más inexplicable. Resulta incongruente que un caudal tan evidente de vitalidad quedara sofocado por una corriente de agua. Y cuando sabemos que ese torrente la alcanzó mientras salvaba la vida de su hermanito, la paradoja se vuelve insoportable: se extinguió la suya, como si de un cruel intercambio se tratara.
La naturaleza, con la prematura partida de Lisbeth, nos recuerda que somos río y también orilla, que en un instante podemos ser arrastrados aunque seamos héroes. Y, sin embargo, el fulgor de su ser no se apaga: late todavía en la memoria, en la indignación, en el amor profundo de quienes la conocieron.
La pregunta misma es un poema: ¿cómo pudo caber tanta vida en la muerte? La vida estaba en su mirada limpia, en la vibración de su alma, en su empatía, en su coraje al lanzarse sin pensarlo para rescatar a su hermano menor.
La prematura partida de esta tamborileña de apenas 24 años es tan absurda y repentina, que parece no tener la capacidad de contener ni explicar lo que ella era.
Y ahí se abre el misterio: la existencia, cuando es intensa, no se rinde ante la parca. Al encontrarse con ella, la desborda, la contradice y la derrota en la memoria y en el recuerdo.

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