José Mercader: el pintor que volvió a ser niño para enseñar
Por Rey Arturo Taveras
En José Mercader habita un niño inquieto, travieso y luminoso, que nunca quiso mudarse del alma del hombre hecho de arte, alegría y pasión.
Ese pequeño gigante que habita en su interior, armado ahora de pinceles y colores, ha decidido tender puentes entre la inocencia y el arte, enseñando a las nuevas generaciones a mirar el mundo con ojos de asombro y convertirlo en obras de sabiduría y pasión.
“Quien enseña, aprende dos veces”, dice un viejo refrán, y Mercader lo confirma cada martes, jueves y sábado, cuando el Museo Horacio Vázquez en Tamboril se convierte en aula viva y paleta de sueños, disfrutada entre juegos y risas, arrastradas por un río de alegría infantil.
Como caricaturista, escritor y artista visual, Mercader no pinta solo por pintar, pinta con amor, con la mano encendida de pasión y con la certeza de que “no hay mejor herencia que dejar a las futuras generaciones como alas para volar al mundo de la imaginación del artista oculto”.
Desde su niñez, la creatividad le corría por la sangre cuando al ver como su madre, profesora y alquimista de la estética escolar, decoraba aulas con escenas históricas, sembrando en él la semilla que germinó en un “taller de bellas artes casero” y que hoy florece en un proyecto cultural sin pretensiones de aplausos ni lisonjas, el que tiene como escenario “El Centro Cultural y Museo Horacio Vásquez de Tamboril.
La fama no ha podido arrancar de Mercader la humildad que gravita en su apacible ser, pero, tampoco el reconocimiento ha podido matar al niño que todavía juega entre sus sueños de artista.
Prefiere seguir enseñando, aunque falten apoyos oficiales, porque “el que da de corazón, recibe más que oro” y no espera lo que no ha quedado de llegar.
José Mercader, no busca brillos falsos ni titulares en los medios de información, sino esa satisfacción íntima de ver a un chiquillo, pincel en mano, descubrir que el arte también es un modo de respirar con alegría y disfrutar la vida como la mayor riqueza cultivada en la conciencia humana.
EL HUMOR COMO ESPEJO Y RUPTURA
Para Mercader, el humor, ya sea en un trazo de tela, en madera. en palabra o en la coreografía de juegos infantiles, se construye al romper con la normalidad y darle vida a lo inanimado, sin impedir que fluya la alegría y la paz humana.
La risa, dice, nace cuando lo cotidiano se quiebra con lo inesperado o lo exagerado. Su arte es un espejo social que se deforma para revelar la verdad, y en él los niños aprenden que también la ironía es un color que da armonía a la vida.
EL MUSEO QUE CONVERSA CON LA HISTORIA.
Desde el Museo Horacio Vázquez, Mercader crea las bellas artes, expone pinturas. revive la historia y crea una revolución cultural silenciosa, jugando y danzando con los niños.
“Queremos que los estudiantes no solo lean sobre Horacio Vázquez, sino que sientan que caminan por un mundo de historias convertido en arte”, afirma, y agrega que por eso cultiva en las mentes limpias de los niños el arte de la pintura como si fueran semillas de identidad.
Su proyecto mira al futuro con una segunda etapa que abrirá aulas para la escuela de pintura, teatro y poesía Leonardo DaVinci.
“La cultura no da votos, pero da pueblo; si se atiende lo cultural, tendrás una sociedad de mejor calidad. Es alimento del espíritu y fortaleza de la identidad”, sentencia, dejando caer una verdad que no caduca.
UNA CRÍTICA QUE NO SE CALLA.
Mercader, con pincel firme y palabra directa, lanza su reclamo contra el abandono del patrimonio histórico dominicano, sobre todo en los municipios.
“Quien no cuida su historia, se condena a repetir sus errores”, advierte.
Mientras otros se olvidan de los muros viejos y los nombres ilustres, él continúa, sin pausa, haciendo que los niños pinten los paisajes y la memoria viva de su tierra.
Porque, como bien dice otro refrán, “árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza”. Por eso Mercader prefiere enseñar a enderezar el alma desde temprano, para que esos pequeños artistas, un día, sigan pintando el país con colores que no se borren y su camino nunca se tuerza y se conviertan en maestros de la la vida.
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