Moradores de Villa Olga piden paralizar construcción de nivel no previsto en edificio comercial
Por José Francisco Hernández
SANTIAGO, R.D-. En el corazón de Villa Olga se levanta un edificio comercial que ha provocado un clamor colectivo que se eleva como un grito en medio del concreto pidiendo la destrucción de un nivel no autorizado que amenaza con romper el equilibrio de su cotidianidad.
En el espacio donde concluye la Avenida Benito Juárez se alza una estructura que rompe con las normas y también con la confianza depositada en las autoridades municipales.
Los residentes acusan a la administración del Ayuntamiento de Santiago de haber permitido, por acción u omisión, que se levantara un piso adicional no contemplado en el permiso original de construcción.
Ese nuevo nivel, ajeno y abusivo, no será un espacio de luz ni cultura, sino el nido ruidoso de una discoteca que desvelará las madrugadas y ahuyentará la armonía de los hogares vecinos.
“La noche ya no será nuestra”, murmura una residente con voz temblorosa, “sino de motores, bocinas y ecos de un estruendo ajeno y trae el temor de que un día se produzca una tragedia, como ha ocurrido en otros lugares”.
El trasfondo del agravio parece tener raíces más profundas que el cemento y apunta a que la astucia comercial pretende aprovechar los parqueos destinados al uso diurno, oficinas y locales comerciales, para convertirlos en soporte nocturno de un negocio de entretenimiento, en el último nivel.
“Esa es una jugada maestra ejecutada en la sombra”, dicen algunos, “donde el lucro baila sobre la ley y la ética”, alegan otros.
Pero la herida infringida a la comunidad no termina en el ruido, ya que los vecinos temen, además, que la presencia de la discoteca devalúe sus propiedades, compradas con esfuerzo y visión de futuro.
¿Quién repara el daño invisible del insomnio colectivo, la tranquilidad perdida y la devaluación de las propiedades establecidas en el lugar ?”, se preguntan con la esperanza de que aún quede dignidad en la gestión municipal para frenar lo que consideran una violación intolerable.
Así, los residentes de Villa Olga han alzado su voz, sin escándalo ni pancartas, sino con firmeza y decisión, porque saben que en una comunidad donde cada ladrillo representa un sueño, un piso de más puede significar la rotura de la paz comunitaria.
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