La inteligencia y la experiencia no tienen edad
En un país donde la política ha estado históricamente dominada por caudillos, apellidos de poder y discursos reciclados, resulta irónico, hasta preocupante, que se pretenda descalificar a un joven político como Omar Fernández con el argumento de que “no huele tanto la flor”.
Más que una crítica constructiva, las palabras del comunicador Salvador Holguín se convierten en un síntoma de una visión anquilosada que no reconoce que la preparación, la inteligencia política y la vocación de servicio no son prerrogativas exclusivas de la edad o del pasado.
Contrario a lo que plantea Holguín, Omar Fernández ha demostrado, con hechos y no con apellidos, que posee más madurez política y preparación que muchos de los que han aspirado, y en algunos casos ocupado la silla presidencial en la República Dominicana.
Basta revisar sus intervenciones legislativas, su postura firme en temas sociales y su capacidad de diálogo intergeneracional para entender que estamos ante un líder que no repite discursos, sino que construye puentes entre pasado, presente y futuro .
Es cuestionable que se le critique por ser hijo de Leonel Fernández, cuando en la historia dominicana han existido líderes encumbrados no por mérito, sino por vínculos, pactos ocultos o populismo sin sustancia.
Si se trata de hablar de méritos, ¿cuáles fueron los que impulsaron a Hipólito Mejía, por ejemplo, a la presidencia? ¿Acaso su gestión no fue una muestra de improvisación, ligereza discursiva y escasa madurez intelectual? ¿Dónde estaba el “escalafón” que lo habilitaba, cuando confundía datos básicos o asumía decisiones trascendentales con una sonrisa populista y una frase coloquial?
Omar Fernández no necesita esperar a envejecer para demostrar que está listo para gobernar como lo han hecho y lo están haciendo otros mandatarios jóvenes en el continente Americano, como es el caso de Daniel Noboa, un desconocido en la política, que se convirtió en el presidente más joven en la historia de Ecuador a los 35 años.
Omar Fernández no es desconocido, ha sido diputado, es senador de la República y para el d 2028 tendrá 37 años.
La historia moderna exige renovación, ideas frescas y capacidad de articular un nuevo pacto social y cualquier joven actual es más ducho en política que un vetusto del pasado.
No se trata de apurar procesos ni quemar etapas o guayar la yuca , sino de reconocer que la juventud no es sinónimo de inexperiencia, y que la vejez no garantiza sabiduría, señor Holguín.
Hay jóvenes que entienden el país más que muchos “veteranos”, y hay “viejos robles” que hace tiempo dejaron de producir ideas y repiten lo mismo en un mundo tecnológico que ha enterrado la analogía.
Si algo le está haciendo daño al país no es la promoción de nuevos liderazgos, sino el empeño de algunos sectores en mantener el juego cerrado a lo novedoso, como si la política fuera un club exclusivo para los que ya “quemaron etapas”, aunque muchas de esas etapas las hayan pasado entre fracasos, promesas rotas y clientelismo.
La experiencia no se mide en años, sino en visión, en capacidad y en sapiencia, en lo que Omar Fernández lleva ventaja a muchos políticos que lo doblan en edad.
No por ser hijo de Leonel Fernández, sino por ser la voz que muchos jóvenes y ciudadanos cansados de lo mismo han empezado a escuchar con esperanza a Omar Fernández, quien sintoniza con todos los sectores de la sociedad,
Eso, señor Holguín, no es ego ni engreimiento, es liderazgo.
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