El Viejo Lolo habría tenido contacto con raza aborigen que roba niños, en Manabao

CODIGO 32

Por Rey Arturo Taveras 

Antes de su misteriosa desaparición, el Viejo Lolo reveló haber tenido contacto con una raza aborigen que roba niños en Manabao, Jarabacoa. 

Manabao, Jarabacoa. El Viejo Lolo, nombre que resonaba como eco antiguo en los cafetales de Manabao,   desapareció sin dejar rastro tras haber revelado que recibió la visita de un aborigen que le pidió firmar un pacto con su raza, a lo cual se negó por su fidelidad a Dios. 

José Dolores Rodríguez, Lolo,  aparece en un audio visual, filmado en su casa de Manabao, en el que cuenta las historias de la desaparición de niños que eran raptados por los aborígenes que se esconden en las montañas donde nacen los ríos que forman el Yaque del Norte.

Luego de sus revelaciones, el anciano desapareció como si lo hubiera tragado la misma tierra o si su cuerpo fuera absorvido por  niebla que envolvía sus relatos sobre las  misteriosas desapariciones de niños. 

Antes de su partida sin despedida, Lolo hacía cuentos que ahora parecen confesiones que cobran vida con su propia desaparición y la del niño Roldany Calderón Ureña, de tres años.

Lolo hablaba de niños arrebatados por figuras ancestrales que los llevaban a vivir bajo el velo de la montaña, lejos del ruido del mundo, pero cerca del lugar donde desapareció Roldany, hace varios dias.. 

Uno de esos relatos contaba cómo un niño fue llevado desde el Hoyo de Manabao por un indígena, a pedido de una mujer de su raza tan etérea como inquietante.

En otro de sus cuentos, que ahora pesa como testimonio, menciona a un niño desaparecido en El Limón, el cual fue hallado en una “jarda”, una especie de cueva o refugio escondido entre enrredaderas, arboles y rocas. 

Dice que el niño fue encontrado gracias a la guía de un hombre muy creyente en Dios y conocedor de grandes secretos que, junto a una comisión, siguió coordenadas tan extrañas como precisas.

Sin la presencia de Lolo y sus relatos de misterios, espiritus, indigenas y ciguapas, la montaña, que guarda secretos entre sus pedregales y pino, parece ahora más viva y  más extraña  que nunca. 

La desaparición del Viejo Lolo se suma a la del pequeño Roldany Calderón Ureña, en la comunidad de Manabao, donde la gente comienza a preguntarse si las palabras del anciano eran advertencias disfrazadas de leyendas.

Los murmullos del pueblo ya no distinguen entre mito y realidad y piensan si el Viejo Lolo fue el último guardián de un secreto que la montaña decidió silenciar. 


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