Ayuda Social: la máscara que oculta las responsabilidad gubernamental
CODIGO-32-SIPRED
Por Rey Arturo Taveras
Es incorrecto que el gobierno dominicano diga que acude en ayuda de la población cuando, en su rol de administrador del Estado y de sus recursos, debe ejercer su competencia mandatoria de resolver los problemas sociales que afectan a la ciudadanía.
Ayuda social es un enunciado macificado e impregnado en la consciencia colectiva, de forma tal que se evalúa a los gobiernos bajo el calificativo de “el que más ayuda al pueblo”.
Por eso en los gobiernos, nacionales y municipales existen los famosos programas de “Ayuda Social”cuando deberían llamarse “Atención al Pueblo”, porque “Ayuda” es una dádiva y atención es un deber social determinado en un contrato social.
El gobierno dominicano, con su discurso de auxilio a la población, juega a ser un mago que saca conejos de un sombrero ajeno, haciendo parecer como dádiva lo que es, en realidad, una obligación.
En este teatro político, donde la retórica se viste de benevolencia, el gobernante se presenta como un salvador, cuando solo cumple con el deber que le dicta la Constitución.
Un espejismo mediático que convierte el deber en favor, como si el Estado fuera un padre generoso y no un administrador de los bienes comunes.
“El gobierno que más ayuda al pueblo” es la melodía repetitiva de canciones que adormecen conciencias, en campaña, mientras la verdadera sinfonía social exige una partitura de derechos y no de limosnas.
Los programas de "Ayuda Social" son la máscara de un sistema que confunde responsabilidad con caridad.
Pero la ayuda es un acto opcional, mientras la atención es un pacto ineludible.
No se aplaude al sol por salir cada mañana, ni se agradece al río por calmar la sed.
Del mismo modo, no es favor lo que es justicia, ni es generosidad lo que es compromiso.
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