En Tamboril se vende más drogas que arroz”, según fiscal.
CODIGO 32
Datos y fotografías: Democles De León
TAMBORIL, R.D-. En una mesa de Diálogo sobre la Seguridad de este municipio, encabezada por autoridades locales y provinciales, salieron a relucir graves denuncias sobre el tráfico y venta de drogas y la complicidad de los agentes policiales con los dueños de puntos de venta.
Según el fiscal de este municipio de Tamboril, Manuel Wichardo Pichardo, las drogas se venden con más facilidad que el arroz, convirtiendo las calles en un mercado sin ley donde el narcotráfico pisa fuerte y las autoridades encargadas de combatirla parece caminar de puntillas bajo la sombrilla de la complicidad.
En tanto que el sacerdote Javier Báez Jorge, cura párroco del municipio, con la cruz en el pecho y la verdad en la boca, clamó por una reforma urgente de la Ley 50-88, sobre control de drogas, pues considera que la lucha contra el narcotráfico está atrapada en un ciclo de corrupción y complicidad.
“Atrapan a los distribuidores, pero el dinero los libera como si fueran aves enjauladas a las que el oro les compra las alas para que sigan volando con toda libertad”, sentenció con voz firme el religioso.
Las palabras del cura y del fiscal resonaron en la mesa de diálogo, un espacio que se ha convertido en la esperanza de muchos, pero que aún debe demostrar su poder más allá de los discursos.
Presidida por la vice ministra de Interior y Policía, Ángela Jáquez, y respaldada por el alcalde Anyolino Germosén, autoridades policiales, concejales, líderes comunitarios y representantes de partidos políticos, la reunión fue un campo de batalla de quejas y exigencias, con la sala capitular del Cabildo como escenario.
El clamor popular denunció la existencia de puntos de venta de drogas operando con la sombra de la complicidad de agentes de la DNCD, quienes, según los presentes, protegen a los traficantes más que a la comunidad.
Entre el miedo y la valentía, los habitantes de Tamboril exigieron respuestas, dejando claro que ya no quieren vivir bajo el yugo del narcotráfico.
Como siempre, las autoridades pidieron a la población denunciar los males que les aquejaban y prometieron soluciones.
Sin embargo, en Tamboril, donde la paciencia es un lujo y la impunidad una costumbre, la comunidad espera que esta vez las promesas no se las lleve el viento y que disminuya la venta de estupefacientes y que los colmaderos distribuyan más arroz.
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