El Barrio Valentín: entre desalojos y promesas que se llevó el viento

CODIGO 32

Por Rey Arturo Taveras 

TAMBORIL, R.D. – Como un torrente desbordado que arrasa con todo a su paso, la maquinaria del desalojo irrumpió en el barrio Valentín, escoltada por un cerco de uniformados que, como centinelas del destino, ejecutaban una orden judicial que por años fue una sombra en el horizonte de los moradores de esta comunidad.

Una pala mecánica, con sus fauces de hierro insaciables, llegó amenazante al lugar para comenzar a devorar sin piedad las viviendas que, por casi medio siglo, han sido refugio y testigo de sueños, desvelos y promesas incumplidas.

El polvo se alzó en el aire como un lamento sordo, entrelazándose con los gritos de desesperación de quienes forcejeaban contra un destino que no pudieron torcer. 

Las empujaderas se transformaron en súplicas, las detenciones en cicatrices, y el eco de la injusticia se extendió como un llanto colectivo sobre las viviendas amenazadas con ser convertidas en ruinas de las familias  que por casi  50 años las han tenido como hogar.

Desde las primeras horas del martes, el asfalto tembló bajo el peso de las botas de los militares y policías, sombras de una decisión inapelable, mientras las paredes de la primera casa a ser demolida se tambaleaban con el rugido de la pala mecánica que avanzaba furiosa amenazando con hundir las esperanzas de los asustados vecinos del lugar.

El aparataje montado para el desalojo hizo que se desmoronaran  las ilusiones de quienes, alguna vez, confiaron en las palabras de políticos que prometieron apoyarlos y , en la hora del infortunio, se esfumaron como niebla ante el sol.

Entre los ecos del pasado aún resuena la voz del diputado Nelson Rafael Marmolejos Gil, quien, en tiempos de campaña, fue el faro que iluminó la esperanza de los moradores del barrio Valentín.

"Lucharemos hasta las últimas consecuencias", prometió Marmolejos con vehemencia en el año 2023, en un encuentro con cientos de familias. 

Pero, dos años después, con las elecciones del 2024 ya consumadas y las promesas desvanecidas en el viento del olvido, el barrio Valentín se enfrenta a su inexorable destino, sin políticos ni amigos que los ayuden.

El conflicto hunde en el tiempo las raíces del barrio y la de sus más de 500 familias que lo habitan. 

Se dice que el gobierno de Joaquín Balaguer concedió una permuta sobre estos terrenos, pero como espectros que emergen de una historia inconclusa, nuevos propietarios han surgido, reclamando lo que consideran suyo.

Así, las familias que un día levantaron sus hogares con esfuerzo y sudor, ven, impotentes, cómo la historia, el poder y la justicia se confabulan y les arrebata su derecho a una vivienda digna que les permita guarecerse ante las inclemencias del tiempo y la naturaleza. 

Las lágrimas de los moradores que viven el barrio Valentín, en  Tamboril, riegan la tierra que por cinco décadas les sirvió de morada, mientras la incertidumbre, como un buitre voraz, se cierne sobre el futuro de los ya desplazados.


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