Radhamés Rodríguez muestra al mundo su destreza en el arte de fabricar cigarros
En el marco de una feria internacional de cigarros, bajo la
atenta mirada de una multitud expectante y emocionada, en un escenario
impregnado del aroma del tabaco, Osvaldo Radhamés Rodríguez mostró con orgullo
su arte en la confección de puros.
Después de 47 años, sus manos, que habían dejado su último
cigarro sobre la mesa de una fábrica para transformarse en empresario,
regresaron por varios minutos a la labor que su padre, Don Pulita, le enseñó
hace más de medio siglo.
Con la calma de un artesano que conoce cada vena de la hoja
aromática del tabaco, Rodríguez demostró,
como un verdadero escultor de
humo y sabor, su estilo único en la fabricación de cigarros.
Sus manos, finas como pinceles que se deslizan sobre un lienzo
de hojas secas, confeccionaron en tiempo record un cigarro de la más alta calidad mientras la
audiencia, cautivada, retrocedía en el tiempo hacia la cuna de las raíces del Artista, celebrando con aplausos la
grandeza de un hombre forjado en la fábrica de su padre, Don Pulita, en el
sector Los Fritios de Tamboril.
Conocido como el Artista del Cigarro de Tamboril, Rodríguez
llevó al público espectador por un viaje de nostalgia y orgullo, evocando la
esencia de su tierra natal, designada como la Capital Mundial del Cigarro.
Cada vuelta de la hoja de tabaco no solo moldeaba un puro, sino también un trozo de historia, envolviendo la memoria colectiva de la concurrencia que lo miraba con admiración, como si estuvieran ante la figura del Miguel Ángel del tabaco.
Radhamés demostró, ante la mirada atenta de decenas de teléfonos inteligentes y cámaras fotográficas y de video, que ni la llama que consume el cigarro ni el viento del tiempo que agita las hojas de tabaco en los campos dominicanos han borrado su destreza ni su pasión por la fabricación de puros, que permanecen tan vivas como el primer día.
El presidente de Tabacalera El Artista recuerda con ternura aquel pequeño taller, donde, siendo un niño de apenas cuatro
años edad, se empapaba del aroma del tabaco bajo las enormes trojas de hojas
que rodeaban sus sueños de ser empresario.
El humo del tabaco lo envolvía como una manta invisible,
marcando un destino que, aunque tomaría un desvío hacia la administración y el
marketing, nunca abandonaría sus raíces de ser un experto fabricante como
demostró en la feria donde hizo la exhibición.
Décadas después del emprendimiento que lo convirtió en un
reputado productor de tabaco y cigarros, como presidente de Tabacalera El Artista, es
uno de los líderes más influyentes en la industria del tabaco en República
Dominicana y en el mundo. Gracias a sus esfuerzos, Tamboril es ahora reconocida
como la Capital Mundial del Cigarro.
El tabaco, convertido en una llama que nunca se apaga, sigue
encendiendo la pasión de Osvaldo Radhamés por la industria a la que pertenece,
la que hace grandes aportes al producto interno bruto del país y al municipio
de Tamboril.
Su empresa, cual tea encendida, recorre el mundo enfrentando
con valentía los desafíos del comercio, sin perder nunca su esencia.
En cada evento internacional donde exhibe sus productos, la
mirada de Rodríguez brilla con fervor y su empresa, Tabacalera El Artista
navega como una nave que surca los mares del mercado global, esparciendo el
sabor y el aroma del cigarro dominicano.
Como un torbellino que atrae la atención mundial hacia su
epicentro, Tamboril se ha convertido en el corazón palpitante del tabaco,
atrayendo compradores internacionales interesados en este arte que Rodríguez
domina con maestría.
Osvaldo Rodríguez sabe que su éxito no ha sido un viaje en
solitario y que las manos expertas de los artesanos que trabajan en su empresa
son el viento que impulsa la vela de su proyecto.
El logro más grande, alcanzado con la colaboración del
presidente de la República, Luis Abinader, ha sido la creación de un Parque
Industrial en Zona Franca, un espacio donde la tradición y la innovación se
encuentran para construir un futuro sólido para la manufactura de la empresa
tabacalera dominicana.
Para Rodríguez, el cigarro es más que un producto, es un símbolo de identidad y cultura, un hilo
que entrelaza la historia y el futuro de la Quisqueya Taina del pachuché de los
pueblos que habitaban Las Antillas.
Mientras el humo de un cigarro recién elaborado asciende al
cielo, parece dibujar en el aire la promesa de un futuro brillante, donde el
esfuerzo colectivo siga iluminando con la intensidad de las brasas que arden en
cada puro. Así ha sido la historia de Tabacalera El Artista, con más de 70 años
de existencia, siempre encendida, sin apagarse.
Excelente 👌
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