Haitianos crean un “FRIUSA” en Canca la Piedra, donde contaminan el río
SANTIAGO, R.D. En el Distrito Municipal de Canca La Piedra, donde alguna vez fluyó la esperanza convertida en aguas cristalinas que abastecía a una comunidad en calma, hoy crece un cordón de casuchas a orillas del otrora caudaloso río Canca, el cual muere por la contaminación.
Bordeando a Pueblo Nuevo, decenas de familias haitianas han levantado un asentamiento improvisado, donde el lodo, las heces fecales, la basura y otros desperdicios son lanzados al chorro de agua que corre, herida por el afluente, bajo el peso del abandono de las autoridades.
El río, otrora espejo de aguas cristalinas, ahora arrastra desperdicios como si fueran lamentos, mientras sus orillas se van poblando de viviendas hechas con los retazos del desamparo ante la mirada indiferente de las autoridades distritales.
La comunidad observa con ojos cansados cómo este asentamiento, similar al caos urbano de Friusa, en Bávaro, crece sin ley ni compasión, mientras las autoridades locales parecen ciegas ante el desorden que germina a su vista.
La Junta Distrital de Canca la Piedra, guardián dormido del ordenamiento territorial, ha guardado un silencio que ensordece, pese a que las leyes 368-22 y 176-07 le otorgan la facultad y el amparo para defender el uso correcto del suelo.
Rafael Sánchez, concejal del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ha levantado su voz en la sala capitular como un clarín sin eco.
“He presentado esta situación en reiteradas ocasiones, pero la alcaldía responde con indiferencia, diciendo que no es su competencia, mientras el río se enferma y la comunidad se hunde en medio de la contaminación ”, expresó con visible preocupación.
Sánchez dijo que el pueblo está “cansado de ser paisaje de promesas rotas” y clama por la intervención del Ministerio de Medio Ambiente y de las autoridades provinciales de Migración para resolver el problema del asentamiento ilegal de haitianos a orillas del Río Canca.
Los comunitarios también piden que alguien escuche el grito mudo del agua contaminada, que vean las casuchas nacidas del dolor y la necesidad de los haitianos y esperan que alguien actúe antes de que el caos se convierta en costumbre.
Advierten que cuando se construye sobre las ruinas del descuido, lo que florece no es vida, sino tragedia.
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