Playa Guzmancito: un paraíso escondido en el ebandono y la desidia gubernamental

CODIGO-32-SIPRED

Por Rey Arturo Taveras 

En el corazón de la costa norte de Republica Dominicana, cerca de Maimón, Puerto Plata, se encuentra Playa Guzmancito, un tesoro escondido que, como un diamante en bruto, brilla por su belleza, pero se encuentra opacado por el abandono: Esta sucia, su entonro arrabalizado y sus calles intransitables. 

Este rincón de belleza, que debería ser un refugio de paz para los turistas, se ahoga en un mar de olvido, con su calle principal convertida en un fango traicionero que amenazaza con tragarse a los turistas y sus caminos asemejando un pedregal que desafía a los más valientes que osan transitarlo.

Guzmancito, caracterizada por sus aguas cristalinas que reflejan el cielo como un espejo marino, es un santuario de tranquilidad, un escape de lo convencional donde la naturaleza parece susurrar secretos al oído de quienes se aventuran a visitarla. A tan solo 23 metros sobre el nivel del mar, este paraíso se presenta como una invitación irresistible para familias, parejas y amigos que  buscan  un refugio sereno.

Los turistas que persiguen la soledad de sus playas desiertas encuentran en Guzmancito un bálsamo para el alma y paz espiritual. 

Sin embargo, la belleza de esta hermosa playa  se ve empañada por la inclemencia del deterioro que se presenta desafiante ante las narices de las autoridades. 

La dificultad de acceso, debido a las malas condiciones de la calle representa un obstáculo que aleja a los visitantes y ahoga el potencial turístico de esta joya dominicana. 

Urge que las autoridades municipales y el gobierno central pongan su mirada en este lugar, que, con un poco de atención y cuidado, podría florecer a beneficio de la industria sin chimenea, el Turismo, convirtiéndose en un destino imperdible que celebre la magia de la República Dominicana.

Playa Guzmancito, con su promesa de paz y su belleza natural, clama por un futuro mejor; es un recordatorio de que incluso los lugares más hermosos pueden perderse en el eco del abandono si no se les brinda la atención que merecen.

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