Ladrón Educado penetra a casa: cocina, toma vino, duerme siesta, se ducha, limpia la casa y hace cena a su victima

CODIGO 32

El Ladrón Educado: Un Robo Insólito que Sorprendió a una Víctima

En un rincón del condado de Monmouthshire, Reino Unido, un suceso digno de una novela surrealista dejó a una mujer atónita. A su regreso a casa, se encontró con un espectacular robo que desafió toda lógica: el ladrón, un tal Damian Wojnilowicz, de 36 años, había cocinado, comido, tomado vino,  limpiado y tras dormir la sisesta se marcho, dejando una nota que decía "No te preocupes, sé feliz, come y relájate".

El 16 de julio, Wojnilowicz irrumpió en la morada de su víctima, no solo con intenciones delictivas, sino también con un enfoque sorprendentemente altruista. Mientras el hogar permanecía en silencio, él se dedicó a tender la colada, guardar las compras y vaciar el contenedor de reciclaje, como si fuera un inquilino temporal en lugar de un intruso. 

La imagen de un ladrón sirviendo la cena a su víctima se convirtió en la ironía de un crimen que desdibujó las fronteras entre el robo y el servicio doméstico.

Al volver a casa, la mujer se encontró con una escena digna de un cuento de hadas macabro. Pero, como toda buena historia, la alegría fue efímera. El miedo se instaló en su corazón: "Dos semanas después del crimen, vivía en un estado de ansiedad exacerbada que nunca antes había experimentado", confesó, cuestionándose si el ladrón había sido alguien cercano que la había elegido como blanco.

Wojnilowicz, que había encontrado refugio temporal en la casa ajena, no se detuvo ahí. El 29 de julio, tras un segundo robo, fue finalmente atrapado gracias a una alerta de videovigilancia. 

Las autoridades encontraron que no solo había consumido alimentos y bebidas alcohólicas, sino que incluso se había dado un baño en la ducha de la casa, como si su acto delictivo fuera parte de una rutina diaria.

En la corte de Cardiff, la defensora de Wojnilowicz argumentó que su cliente no tenía hogar y lidiaba con múltiples dificultades. Sin embargo, el juez Christian Jowett no se dejó engañar por las apariencias. "Fue una intrusión significativa en los hogares", sentenció, dando paso a una condena de 22 meses de prisión.

Así, en una trama que mezcla lo absurdo con lo escalofriante, el ladrón educado se convirtió en el protagonista de una historia que nos recuerda que, a veces, la realidad supera a la ficción, dejando tras de sí una estela de miedo y confusión en un hogar que debería ser un refugio.

FUENTE : RT EN ESPANOL

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