Rinden homenaje al piloto Félix Domingo Reinoso

CODIGO-32-SIPRED

Por Rey Arturo Taveras 

El último vuelo de un visionario: Félix Domingo Reinoso Hernández (1952 - 2024)

TAMBORIL, SANTIAGO R.D. El pasado miércoles 2 de octubre, el cielo de este municipio fue testigo del último adiós al piloto Félix Domingo Reinoso Hernández, un hombre cuya vida estuvo marcada por la altura, el viento y la tierra. 

Su fallecimiento se produjo  el pasado lunes 30 de septiembre, a los 71 años de edad, en un centro de salud de la ciudad de Santiago, pero su legado, sembrado desde las alturas, sigue reverberando en los corazones de quienes lo conocieron y por eso fue sepultado con un homenaje desde los cielos con aviones que lloraban su partida mientras dibujaban las nubes con acrobacias de despedida. 

Fue una despedida simbólica: el cielo, que tanto amó y dominó, lo recibió una vez más.

Fundador de la Compañía de Aspersiones Aéreas CODEACA, Félix Domingo Reinoso cultivó su pasión por el vuelo y  la llevó a los campos agrícolas, donde los cultivos veían llover no desde nubes, sino desde los aviones que él y su equipo pilotaban con precisión. 

Como perito agrícola y piloto comercial, supo cómo combinar el conocimiento de la tierra y del aire para contribuir al desarrollo del sector agrícola dominicano. 

Su travesía comenzó en el aeródromo de Walterio, Monte Cristi, sirviendo al emblemático proyecto La Cruz de Manzanillo.

Como todo pionero, Reinoso no permaneció estático. En 1979, trasladó su empresa al municipio de Navarrete, donde CODEACA seguiría su curso durante año y medio, siempre buscando nuevas oportunidades y horizontes. 

En 1984, en un vuelo decisivo, adquirió la Compañía de Servicios Aéreos Agrícolas en el Aeródromo-Peñuela, Esperanza, lugar que se convertiría en el hogar de su empresa hasta sus últimos días.

Félix Domingo Reinoso Hernández perteneció a la respetada familia Reinoso de Canca la Piedra y Tamboril, un apellido que, al igual que él, despegó y voló alto. 

Como las semillas que se lanzan al viento, su trabajo y legado continuarán creciendo, alimentando nuevas generaciones que mirarán al cielo y encontrarán en él el eco de su historia.