El llamado de Paliza a narcos-políticos: ¡Entréguense!
CODIGO32-SIPRED-OPINION
La política dominicana parece un viejo espejo empañado, el
que todos lo miran, pero pocos se atreven a limpiar y enfrentar la imagen que
devuelve.
El lunes, José Ignacio Paliza, presidente del Partido
Revolucionario Moderno (PRM), tomó el paño y lo frotó sin titubeos sobre el
cristal empañado de la política partidaria.
Sus palabras, transmitidas a la nación, tronaron como un
aldabazo moral: “entréguense”, dijo a los políticos vinculados al narcotráfico,
sean del PRM o de cualquier otro partido.
Paliza habló con la serenidad del que sabe que hay horas en
la historia en que la moderación se convierte en cobardía. Lanzó una
advertencia que resuena como un trueno en el cielo despejado de la mañana:
“tarde o temprano caerán”-Advirtió
En su discurso no hubo poses ni metáforas que adornaran su
voz, pero sí una claridad que corta como machete recién amolado.
Los tiempos de las sombras, insinuó, ya no encuentran refugio
ni en padrinos políticos, ni en insignias partidarias, ni en sotanas
ideológicas. Porque, según Paliza, cuando un país decide sacudirse el polvo de
la indiferencia, hasta el crimen organizado pierde su caparazón.
El narcotráfico, ese cáncer que avanza silencioso, que compra
voluntades, que dobla espinas dorsales, no distingue entre colores ni
consignas.
Es un mal que ha tocado la puerta de todos los partidos, ha
salpicado a todos los gobiernos, ha tentado a más de uno que juraba tener la
vocación del servicio.
Cuando algunos nombres
salen a flote como peces muertos en un río enfermo, la sociedad vuelve a sentir
el viejo sabor amargo de la desilusión.
Paliza lo reconoció con una honestidad inusual en el escenario
político cuando dijo: ‘’indigna que personas vinculadas a actividades ilícitas
hayan penetrado el PRM’’.
Indigna, porque en un país que ha visto demasiadas veces el
guión repetirse, las grietas de la confianza nunca terminan de cerrar. Indigna,
porque cada vez que un narco se infiltra en un partido, se infiltra también en
el corazón de la democracia.
Pero el discurso de Paliza también llevó una afirmación que
merece ser examinada con lupa:
“El país ha cambiado.” ¿De verdad?
Tal vez hoy conocemos expedientes que antes dormían como
volcanes apagados. Tal vez hay extradiciones que antes se archivaban bajo llave.
Tal vez hoy la justicia empieza a caminar sin bastón político.
Es cierto que la impunidad se ha vuelto menos cómoda, menos
discreta, menos garantizada. Pero el país no cambiará del todo mientras la
política siga tratando sus heridas con curitas temporales. La verdadera cirugía
es más profunda, más dolorosa, más honesta.
El PRM anuncia expulsiones, auditorías internas, revisiones
de expedientes y propone que los partidos entren formalmente al sistema
antilavado.
Son medidas necesarias, urgentes, casi obligatorias. Pero
también son el reconocimiento tácito de una falla estructural: la política
dominicana no ha sido lo suficientemente resistente al virus de la
criminalidad.
No basta con barrer la casa cuando la tormenta ya entró. Hay
que fortificar puertas, clasificar quién entra, y sobre todo, recordar que el
poder sin moral es una ruina perfumada.
El mensaje de Paliza, por duro, por frontal, por oportuno, debe
servir como campana de alerta para todos los partidos, no como un gesto
partidista, sino como un acto de purificación nacional. Porque la democracia
dominicana, si quiere sobrevivir intacta, debe entender que cada político
contaminado es un golpe al alma colectiva.

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