El llamado de Paliza a narcos-políticos: ¡Entréguense!


CODIGO32-SIPRED-OPINION

Por Rey Arturo Taveras

La política dominicana parece un viejo espejo empañado, el que todos lo miran, pero pocos se atreven a limpiar y enfrentar la imagen que devuelve.

El lunes, José Ignacio Paliza, presidente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), tomó el paño y lo frotó sin titubeos sobre el cristal empañado de la política partidaria.

Sus palabras, transmitidas a la nación, tronaron como un aldabazo moral: “entréguense”, dijo a los políticos vinculados al narcotráfico, sean del PRM o de cualquier otro partido.

Paliza habló con la serenidad del que sabe que hay horas en la historia en que la moderación se convierte en cobardía. Lanzó una advertencia que resuena como un trueno en el cielo despejado de la mañana: “tarde o temprano caerán”-Advirtió

En su discurso no hubo poses ni metáforas que adornaran su voz, pero sí una claridad que corta como machete recién amolado.

Los tiempos de las sombras, insinuó, ya no encuentran refugio ni en padrinos políticos, ni en insignias partidarias, ni en sotanas ideológicas. Porque, según Paliza, cuando un país decide sacudirse el polvo de la indiferencia, hasta el crimen organizado pierde su caparazón.

El narcotráfico, ese cáncer que avanza silencioso, que compra voluntades, que dobla espinas dorsales, no distingue entre colores ni consignas.

Es un mal que ha tocado la puerta de todos los partidos, ha salpicado a todos los gobiernos, ha tentado a más de uno que juraba tener la vocación del servicio.

 Cuando algunos nombres salen a flote como peces muertos en un río enfermo, la sociedad vuelve a sentir el viejo sabor amargo de la desilusión.

Paliza lo reconoció con una honestidad inusual en el escenario político cuando dijo: ‘’indigna que personas vinculadas a actividades ilícitas hayan penetrado el PRM’’.

Indigna, porque en un país que ha visto demasiadas veces el guión repetirse, las grietas de la confianza nunca terminan de cerrar. Indigna, porque cada vez que un narco se infiltra en un partido, se infiltra también en el corazón de la democracia.

Pero el discurso de Paliza también llevó una afirmación que merece ser examinada con lupa:

“El país ha cambiado.” ¿De verdad?

Tal vez hoy conocemos expedientes que antes dormían como volcanes apagados. Tal vez hay extradiciones que antes se archivaban bajo llave. Tal vez hoy la justicia empieza a caminar sin bastón político.

Es cierto que la impunidad se ha vuelto menos cómoda, menos discreta, menos garantizada. Pero el país no cambiará del todo mientras la política siga tratando sus heridas con curitas temporales. La verdadera cirugía es más profunda, más dolorosa, más honesta.

El PRM anuncia expulsiones, auditorías internas, revisiones de expedientes y propone que los partidos entren formalmente al sistema antilavado.

Son medidas necesarias, urgentes, casi obligatorias. Pero también son el reconocimiento tácito de una falla estructural: la política dominicana no ha sido lo suficientemente resistente al virus de la criminalidad.

No basta con barrer la casa cuando la tormenta ya entró. Hay que fortificar puertas, clasificar quién entra, y sobre todo, recordar que el poder sin moral es una ruina perfumada.

El mensaje de Paliza, por duro, por frontal, por oportuno, debe servir como campana de alerta para todos los partidos, no como un gesto partidista, sino como un acto de purificación nacional. Porque la democracia dominicana, si quiere sobrevivir intacta, debe entender que cada político contaminado es un golpe al alma colectiva.


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