Tamboril es un pentagrama con más de 100 músicos y cantantes

CODIGO32-SIPRED

Por Rey Arturo Taveras 

El nombre de Tamboril no se escribe con tinta: se entona con tambora, se canta con el alma y se respira en compases musicales.

El municipio Tamboril es un rincón del Cibao, donde la tierra huele a tabaco y café, en el que la música se viste de gala con la existencia  de cientos de hombres y mujeres que producen alegría con el sonido de la voz y los instrumentos músicales.

 Este pueblo, capital mundial del cigarro, ha dado a luz acordes, versos y melodías que aún flotan en sus calles como ecos de una patria chiquita hecha de canción y tabaco en el conuco,  el cafetal y en la fábrica. 

La cantera de músicos y cantantes de esta villa de los samanes produjo varias orquestas entre las que se destacó “La Nueva Fuerza”, un sueño armado por jóvenes músicos tamborileños, dirigidos por el maestro, arreglista, compositor y cantautor Pao Izael Germosén Polanco.

Fue a finales de los años ochenta cuando ese grupo se atrevió a desafiar el miedo escénico y el romper el silencio con su himno del amor herido: “Lo siento por ti, mujer”.

“Nos armamos de valor y grabamos este tema”, escribió Pao Izael en su cuenta de Facebook, donde contó que en la agrupación estuvo acompañado de una constelación de nombres que aún vibran como notas vivas en la historia local:

• Neris Estrella, voz que canta desde el corazón.
• Domingo Tavárez, trompetista del viento.
• Daniel Peña, el que soplaba el alma en el saxofón.
• Chuchu Amadís, domador de teclas.
• Carlos García, arquitecto de graves.
• Ramón “Momone” Capellán, conguero del trueno.
• Vladimir Rodríguez, tamborero del ritmo vital.
• Tato, maestro de la güira que rasga el tiempo.

Al principio se llamaron “Los Marineros” del Caribe, pero fue acogido el nombre de “La Nueva Fuerza”, con la  que marcaron el compás de una época. Aunque el grupo desapareció, su eco no ha dejado de resonar en tiempo.

Detrás de ese legado, Tamboril siguió pariendo música: Surgieron otros grupos como “Algo Nuevo”, con Ejoidy Germosén y Ramón Capellán (Momone), así como Jeudy Germosén “El Muñeco”, que entre cuerdas y desamores conquistó corazones con bachatas de barrio.

En 1994, surge en Canca La Piedra “Los “Claveles Míos”, agrupación creada por el periodista Arturo Taveras, el cual conquistó las ondas radiales con “El verde de tus ojos” y “Ya te olvidé”, en la voz del cantante José Francisco Henríquez Rodríguez (Kiko).

También pusieron sus notas musicales los nombres de Zacarías Ferreira, Junior Rodríguez, Joselito Carela, Carlos Llanos (Zony Baby),  Wilma Peña, Tito Manía, Omar El Bárbaro, Vincen Ramos, Raymon Rojas y el coronel músico José Miguel Rodríguez.

Como si eso no bastara, la historia musical de la Pajiza Aldea se ancla en la Banda Municipal de Música de Tamboril, con casi un siglo de resonancia, dirigida por grandes maestros como Miguel, Hussaino y Polidecto Germosén, Emiliano Faña y Alberto Llamos.

En el canto solista brillan estrellas como Vickiana, Helen Evora, Yumilka Díaz y su padre Mititiro Díaz, Susana Marcelino, Awilda Polanco, Mabel y Luchy López, Humberto Vega y Alexandra Azcona.

En Canca la Piedra brilló, a principio de los años 80, la orquesta “Sonido 2000”, de los hermanos Ureña, la que dejó su propia partitura en el alma de un pueblo que canta hasta en el silencio.

También en la década de Los años 70 surgió un grupo de son y bachata liderado por Marcos Guareño, su hermano Neno y Polidecto Germosén, teniendo en la percusión a Ocdulio “El Tuerto”, como tamborero, y a Cunco, en la Güira. Ese grupo grabó dos temas que sonaron en Radio Guarachita : La “Puchunguita” y “De Rodillas”. 

No se puede quedar de mencionar el grupo de Palos y Atabales de Tolargo Reinoso, el cual se convirtió en el alma vibrante de las fiestas patronales San Rafael Arcángel, sin dejar de sonar, pese a la desaparición física de sus creadores.

Tamboril, la tierra del ilustre poeta Tomás Hernández Franco, no solo tiene músicos, también tiene poetas, actores, abogados, locutores, periodistas, educadores, médicos, ingenieros, contadores, soñadores… porque este pueblo no fue hecho solo de tierra: fue amasado con cultura.