-LA MUJER FUE PRIMERO-

CODIGO-32-SIPRED

   Por Rey Arturo Taveras 

Históricamente se ha discutido qué existió primero si la gallina o el huevo. Pero nadie se ha atrevido a rebatir las escrituras de la biblia y plantear quién fue primero si la mujer o el hombre?

Antes del verbo y del viento, antes del nombre y de la historia, fue ella, la madre naturaleza, los animales y las plantas. Luego apareció la mujer. Las demás hembras de la naturaleza, con similares  formas de reproducción que  la mujer no se plantean, en ningún escrito, como sacada de una costilla ni como sombra del macho. Por eso la mujer debe plantearse como cuna de la sangre y fuego de la especie.

La mujer no nació del hombre: el hombre despertó en el regazo de la mujer. En su vientre se formó el primer latido del corazón humano que multiplicó la especie en la tierra. 

En las entrañas de la mujer se gestó el asombro de la carne y en su regazo se sigue formando la humanidad. 

No hay hombre que no haya sido, primero, un susurro en la profundidad del vientre de una mujer.

No hay patriarca, ni guerrero, ni sabio, que no haya brotado de sus aguas, desnudo, indefenso, humano.

Ella es quien abre la puerta del hombre al  mundo.

Ella es el umbral entre lo invisible y la existencia.

La mujer sangra la vida, la arrulla, la amamanta, la protege y la nombra.

De su cuerpo nace la historia y en su pecho late la memoria del universo.

Algunos libros antiguos, entre ellos la biblia, nombra al hombre como un tallado de barro que fue primero que la mujer y que ella fue  sacada de una de sus costillas, en una simbología para subyugarla. Pero la tierra, más sabia, dejó que la mujer pariera generaciones.

Mientras mitos y escrituras históricas forjan jerarquías machistas, en el mundo, la naturaleza sostiene su verdad imbatible: el hombre nace de la mujer, pero la mujer no necesita nacer del hombre. 

Ella fue primero?

Sin María y su vientre, Jesús no existiera, porque en ella el verbo se hizo carne. Fue escogida por Dios como instrumento que ya caminaba en el mundo y encarnó ella su espíritu.

Primero el útero, luego la palabra.

Primero la madre, luego el mundo.

Sea usted el jurado. Diga su parecer sin temor a disentir.