Madre soltera y desamparada clama justicia por la salud de hijo autista
CODIGO 32
Yokasta Isamar Rodríguez clama ayuda entre el desamparo y la esperanza.
Por Rey Arturo Taveras
En Santiago, se alza la historia de Yokasta Isamar Rodríguez, una madre desesperada pero valiente que, a sus 30 años, lleva sobre sus hombros el peso de un drama que desgarra el alma y enciende las fibras más sensibles de la humanidad.
Yokasta, madre soltera, residente en la humilde calle Kilómetro 7 en Gurabo, enfrenta la cruel marea de la vida como madre del niño Dylan del Rosario Rodríguez, su hijo autista de apenas dos años, quien carga en su pequeño cuerpo la cruz de múltiples padecimientos: dermatitis aguda, una frágil condición cardíaca que ya lo llevó a un costoso cateterismo, autismo, y la espera de una próxima cirugía por criptorquidia derecha.
Como un árbol en medio de la tormenta, Yokasta lucha sola, ya que su expareja y padre del niño, el ingeniero Roberto del Rosario, se niega a brindarle apoyo económico, dejando a esta madre desamparada, sin trabajo ni hogar propio.
La joven madre afirma que vive arrimada en la casa de sus padres, donde el espacio es tan limitado como las esperanzas que cada día parecen desmoronarse.
“El silencio de quien debería ser responsable es más fuerte que cualquier palabra de consuelo”, expresa Yokasta, mientras muestra con dolor las facturas que tuvo que costear sola para salvar la vida de su hijo.
Ahora, su batalla se traslada a los tribunales, donde el próximo 8 de enero busca justicia, esa esquiva luz que promete pero a veces no cumple.
Con el corazón roto pero la mirada firme, Yokasta también hace un llamado a las almas generosas, esas que encuentran en la solidaridad un puente hacia la humanidad.
Para cualquier ayuda ella proporciona la cuenta bancaria número 9605090622, con la esperanza de que cada grano de arena se convierta en la fuerza que su hijo necesita para seguir adelante.
Esta historia un relato que cautiva sentimientos y un grito ahogado en el silencio, un grito ahogado que brota de una a su hijo sufrir sin razón, pero la fortaleza y el amor incondicional de una madre le da fuerzas que luchar lograr darle salud.
Ha de esperar ue esta tragedia no quede en la sombra, y que la luz de la empatía ilumine el camino de quienes aún pueden tender una mano.
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