Vuelo fantasma del Cibao: la tragedia que se tragó el Triángulo de las Bermudas
Por Rey Arturo Taveras
SANTIAGO, R.D. Un avión que despegó del Aeropuerto Internacional del Cibao, en el 2008, el que desapareció como si el mar se lo hubiese tragado, se encuentra en un velo de misterio que involucra al Triángulo de las Bermudas.
Desde entonces, su nombre se convirtió en leyenda oscura: el vuelo maldito que jamás llegó a su destino en Turcos y Caicos y que desapareció en el misterioso mar de Las Bermudas.
Con doce dominicanos a bordo, la aeronave, matrícula estadounidense N-650LT, operada por la empresa Atlántic Aviation, se esfumó en el inmenso Atlántico después de emitir una señal de auxilio captada por el centro de control de Miami.
Era como si hubiese entrado en las fauces invisibles del temido Triángulo de las Bermudas, ese cementerio de sueños y metales que guarda silencios que ni el mar se atreve a confesar.
La Marina de Guerra Dominicana, junto a la Guardia Costera de Estados Unidos, desplegó aviones y embarcaciones con equipos de rastreo y buzos expertos. Sin embargo, el océano no devolvió ni alas, ni restos, ni nombres: el mar cerró sus labios sobre el misterio.
En ese entonces, el presidente de la Asociación Dominicana de Pilotos, Pedro Domínguez, denunció que el piloto, Adrián Jiménez, operaba con una licencia cancelada y solo contaba con un permiso de estudiante de aviación norteamericana. “Ese vuelo fue un charter pirata”, sentenció Domínguez, advirtiendo que el avión había sufrido desperfectos graves dos semanas antes en un aterrizaje forzoso en Santiago.
El señalamiento cayó como un rayo: un estudiante, sin autorización para comandar pasajeros, había firmado un plan de vuelo irregular.
Entre los desaparecidos estaban Carlos García, José Luis Rodríguez, Alexandra Abreu Guerrero, Rosa Tavárez, Martha Rodríguez, Maritza Hernández, Rodolfo Herrera, Juana Ramírez, María Abreu y Omar Starling Rojas Amparo. Doce nombres que hoy permanecen escritos en el aire, doce destinos que el mar abrazó sin piedad.
El IDAC confirmó que la aeronave probablemente cayó en aguas internacionales. Pero lo cierto es que, diecisiete años después, aquel vuelo permanece como un fantasma suspendido en la memoria dominicana: un enigma que mezcla negligencia, dolor y la eterna sombra del Triángulo de las Bermudas.
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