SENASA al borde de la quiebra por crisis financiera y gerencial

CODIGO32-SIPRED
Por Rey Arturo Taveras

El gobierno ha inoculado un virus malicioso llamado  ''Seguro Larimar, lanzado como un dardo venenoso para enfrentar y deslegitimar a Salud Dominicana, un modelo exitoso y con mas de 15 años en el mercado, concebido por el joven empresario Johan Rosario, para la diáspora dominicana, en Estados Unidos.

SANTIAGO, R.D-. El Seguro Nacional de Salud (SENASA), ese gigante estatal que alguna vez prometió ser el escudo protector de los más vulnerables, hoy yace en una sala imaginaria de emergencias, con fiebre alta de ineficiencia, anemia financiera grave y síntomas crónicos de desidia institucional. 

La Fuerza del Pueblo (FP) ha dado la voz de alarma como un médico que, al palpar el cuerpo enfermo de la salud pública, descubre una hemorragia incontrolable que amenaza con llevar a la tumba al SENASA, absorbido por los salarios botellas y gastos fantasmas.

El SENASA respira con dificultad con una  deuda que, segun ha trascendido,  asciende a más de 2,100 millones de pesos, una cifra que refleja números en rojo y  sangre perdida por una mala practica  administrativa. 

El oxígeno que debería nutrir sus finanzas se fuga en botellas vacías y nóminas fantasmas, donde cobran los que no trabajan y mueren esperando los que sí necesitan atención.

El gobierno ha inoculado al sistema un virus político y malicioso: el seguro Larimar, lanzado como un dardo venenoso para enfrentar y deslegitimar a Salud Dominicana, modelo exitoso concebido por el joven empresario Johan Rosario. 

Mientras SENASA agoniza entre sueros y negligencia, Salud Dominicana celebra quince años de vida saludable en los Estados Unidos, siendo referente de eficiencia, cobertura y respeto al derecho humano a la salud.

Como un hospital sin pulso, el sistema se ahoga en su propia burocracia, con emoras eternas en la autorización de medicamentos, estudios diagnósticos negados como si la salud fuera un privilegio y no un derecho, prestadores al borde de la quiebra y una cobertura que se encoge como sábana vieja en noche de tormenta.

La Fuerza del Pueblo recuerda, con el bisturí legal en la mano, que el artículo 158 de la Ley 87-01 faculta a la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales a intervenir cualquier ARS, pública, privada o mixta, que no garantice su funcionamiento adecuado. SENASA, hoy más que nunca, es un paciente que requiere intervención urgente, no una aspirina de discurso ni una curita de promesas.

Más grave aún, Fernando Caamaño, secretario de Seguridad Social de la FP, denuncia que SENASA ha violado de forma flagrante el artículo 7, inciso C, al sobrecargar el régimen subsidiado con más de dos millones de afiliados sin respaldo financiero. Es como si se intentara inflar un globo con aire envenenado: tarde o temprano, explota.

Lo que está en juego no es un debate técnico ni una pelea partidaria, es la salud de un pueblo que, mientras espera una cita médica, muere lentamente en la fila de la indiferencia, mientras el sistema de salud, en vez de ser bálsamo, se ha vuelto pared; en lugar de alivio, castigo.

La salud pública tambalea como un coloso herido, con los pies hundidos en el lodo de la corrupción y los ojos vendados por la falta de voluntad política. 

SENASA, lejos de ser un sistema de protección, se ha convertido en un símbolo de un aparato estatal enfermo, sin diagnóstico claro, sin cura a la vista y sin dolientes.

No hay espacio para paños tibios el  SENASA debe ser declarado  en estado de emergencia o entregado a la muerte clínica en la que ha caído,  porque, entonces,  será el pueblo, ese que no aparece en las nóminas, pero sí en las salas de espera, quien pague con su vida y su dignidad el entierro de este sistema.



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