Padres de Sudiksha tienen prisa por callar la verdad de su desaparición
La desaparición de la turista indo-estadounidense Sudiksha Konanki ha sumido a la opinión pública, nacional e internacional, en una espiral de incertidumbre.
Mientras el presidente Luis Abinader asegura que su gobierno está «preocupado y ocupado» en esclarecer el caso, la familia de la joven parece querer enterrar el misterio antes de que la verdad salga a la luz.
Como una sombra que se desvanece al amanecer, la petición de los padres de la joven, filtrada a la prensa, para que sea declarada muerta resulta tan desconcertante como prematura.
La extraña desaparición de Sudiksha se ha convertido en un laberinto de conjeturas, pues , antes de llegar a República Dominicana, sus progenitores clamaban porque se investigara la posibilidad de un secuestro e incluso una abducción.
Ahora, en un giro abrupto, parecen más interesados en cerrar el caso que en hallar respuestas sobre la desaparición de su hija, dejando morir la esperanza de encontrarla viva, aunque sea en cautiverio.
¿Es el dolor quien habla en su nombre o es que saben más de lo que están dispuestos a admitir?
El silencio de la familia, que ha abandonado el país sin más explicaciones, deja en el aire el aroma de la duda.
La legislación dominicana es clara: sin un cuerpo, no hay declaración de muerte hasta pasados 20 años. Pero aquí, la prisa de los padres de Sudiksha es la premura cuestionable.
Como un reloj que avanza más rápido de lo normal, se busca poner punto final a una historia que apenas ha comenzado.
En este mar de incertidumbre, la justicia dominicana tiene la obligación de ser un faro de luz ante la opinión pública internacional
No se puede permitir que el caso de Sudiksha Konanki se convierta en otro expediente archivado bajo el polvo del olvido, en este caso, en desmedro del turismo nacional.
La verdad debe ser el único destino, sin atajos, sin presiones y sin silencios convenientes.
Porque si algo enseña la historia es que los misterios mal enterrados siempre encuentran la manera de resurgir.
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