El maestro Arismendi Estévez: El Sembrador de Sabiduría

CODIGO-32-SIPRED 
Por Rey Arturo Taveras

En el corazón fértil de la comunidad de Canca la Reina, provincia Espaillat, donde las montañas se abrazan con el cielo y las almas forjan sueños de grandeza, sembró raíces profundas la familia Estévez, las cuales se extendieron a Canca la Piedra y Tamboril, donde uno de sus prominentes hijos cultivó un venerable e intachable legado. 

El maestro Arismendi Estévez, un educador cuya semilla pedagógica germinó con fortaleza que perdura como el eco de una canción en los pasillos de la memoria de miles de profesionales que recibieron sus enseñanzas primarias bajo su tutela.

De raíces profundas y espíritu indomable, emergió de una familia prodigiosa, donde el conocimiento ha sido su mayor  y más preciado tesoro y el servicio, una antorcha que iluminaba caminos.

Con la pasión de quien entiende que la educación es la semilla del futuro, dirigió y enseñó en la escuela de Canca la Piedra, transformando un salón de clase en un santuario del saber, donde impartía valiosos consejos e incentivando los valores humanos combinados con el conocimiento.

 Allí, bajo su guía, las mentes jóvenes florecieron como retoños bajo el rocío de la mañana, porque, además de la enseñanza normal, formaba a los jóvenes en arte y cultura.

 Cada lección suya fue un puente tendido hacia el porvenir, y cada corrección, una caricia firme que moldeaba el carácter de generaciones que hoy sostienen la estructura de la patria.

Su dedicación ha sido un faro constante en aquella comunidad, donde enseñó con tiza y borrador, como en Canca La Piedra donde escribió su nombre con tinta de humanismo en los corazones de las familias que conforman esa comunidad.

 Arismendi no ha sido un simple maestro, sino  un jardinero de almas, plantando valores y conocimientos que crecieron como árboles robustos en la sociedad. 

Los años en aquella tierra marcaron su vida con el sello imborrable de la gratitud compartida, un tiempo de logros y alegrías que elevaron su espíritu como el vuelo de una cometa en manos de un niño.

El fruto de su visión educativa se materializó con la fundación del Colegio Renacer, en Tamboril, un templo del aprendizaje donde la excelencia encontró su hogar. 

Allí, cada pupitre es un testigo de la pasión con la que formó hombres y mujeres destinados a servir con honor y dedicación.

Arismendi Estévez pertenece a una constelación familiar de estrellas brillantes, donde también se destacan figuras como Estarlin, Rey y Juan Estévez, faros de profesionalismo y dedicación que continúan su obra.

Su amor por la comunidad se tradujo en acción; cada casa visitada, cada proyecto apoyado, es un verso de la poesía vivida de su entrega. 

La Sociedad Progreso y Cultura lo tuvo como uno de sus pilares, siempre dispuesto a encender la llama de la mejora colectiva y de las iniciativas sociales de la comunidad.

Hoy, al mirar atrás, declara con la serenidad de quien ha vivido con propósito: “La felicidad de mi vida laboral me la han dado el borrador y la tiza”. 

En las manos de Arismendi Estévez, la tiza se convirtió en un cetro y el aula, en un reino, donde el conocimiento, el respeto y la esperanza gobernaron.


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