Presidente de República Dominicana: peón y chivo expiatorio de EE.UU, ante crisis de Venezuela

CODIGO-32-SIPRED

Por Rey Arturo Taveras 

El reciente encuentro entre el presidente Luis Abinader y el secretario de Estado estadounidense, Antony J. Blinken, ha puesto de relieve la estrecha colaboración entre la República Dominicana y Estados Unidos en temas de seguridad regional y estabilidad democrática. 

Si bien esta alianza tiene el mérito de abordar problemas críticos como la crisis en Haití, es esencial examinar con detenimiento el papel que el gobierno dominicano está asumiendo en relación con Venezuela y los posibles riesgos que esto conlleva.

En la declaración emitida por Abinader, se destacó la preocupación compartida por la crisis en Venezuela, particularmente en torno a la orden de arresto contra el principal candidato opositor. 

El presidente dominicano, en un gesto de apoyo a las resoluciones de la Organización de Estados Americanos (OEA), subrayó la necesidad de una respuesta hemisférica coordinada en la ONU. Sin embargo, esta postura no es trivial y merece un análisis más profundo.

Es innegable que la República Dominicana, al alinear sus posturas con las de Estados Unidos en el conflicto venezolano, corre el riesgo de ser percibida como un peón en la estrategia geopolítica estadounidense. La narrativa oficial habla de un compromiso con la estabilidad regional y la promoción de la democracia, pero es vital cuestionar hasta qué punto estas acciones están siendo utilizadas para avanzar en los intereses de Washington en América Latina.

El presidente Abinader expresó su agradecimiento a Blinken y resaltó la fortaleza de la alianza bilateral. Pero este agradecimiento debe ser examinado en el contexto de una creciente presión internacional sobre Venezuela y el papel que la República Dominicana está jugando en esta dinámica. 

Mientras el país caribeño busca fortalecer sus relaciones con EE.UU. y promover su agenda en la región, es importante preguntarse si el apoyo a las políticas estadounidenses en Venezuela está siendo orientado por un genuino interés en la estabilidad regional o si está siendo instrumentalizado para fortalecer la posición estratégica de la República Dominicana ante Estados Unidos.

El riesgo de convertirse en un instrumento en la lucha geopolítica estadounidense es real. La historia demuestra que las alianzas internacionales pueden tener un alto costo para los países que las mantienen, particularmente cuando se convierten en piezas clave en estrategias de poder global. 

La República Dominicana debe ser cautelosa al definir su rol en el escenario internacional, asegurando que sus políticas exteriores no comprometan su autonomía ni su capacidad para actuar en el mejor interés de sus propios ciudadanos.

Además, el apoyo a la postura estadounidense respecto a Venezuela puede tener repercusiones dentro del país. La influencia de EE.UU. en la política exterior dominicana puede ser vista por algunos como una forma de subordinar los intereses nacionales a los de una potencia extranjera. 

Esto podría generar descontento interno y alimentar la percepción de que la República Dominicana está sacrificando su independencia en favor de intereses ajenos.

En conclusión, mientras el gobierno dominicano y Estados Unidos parecen disfrutar de una relación fortalecida, es crucial que la República Dominicana mantenga un equilibrio cuidadoso en su política exterior. 

Apoyar las iniciativas estadounidenses en Venezuela no debe llevar a una subordinación completa a los intereses de Washington. 

El país caribeño debe continuar evaluando sus políticas exteriores con un enfoque que priorice su soberanía y bienestar nacional, sin dejarse arrastrar por las corrientes de poder internacional.

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