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viernes, 28 de abril de 2023

HAVERSTRAW: UN PARAÍSO LATINO EN NUEVA YORK

CODIGO 32

Por Johan Rosario

NUEVA YORK.- Sereno y tumultuoso en ocasiones, tan apacible y liviano como las delgadas huellas de una gaviota en las orillas del emblemático Hudson; visceralmente criollo y vocinglero a ratos, como bien sabe serlo el caribeño puro, de sangre crecida e indomable, eso es Haverstraw.

Un canto sonoro a la dominicanidad, un merengue y una bachata estridente, una salsa con la impronta boricua de Héctor Lavoe, un mangú con cebollas y una cerveza entre las nostálgicas manos de cientos de criollos desperdigados por las esquinas, una 'yipeta' con el baúl levantado y la música del Torito a millón, una muchacha casi desnuda en el corazón del verano, un silbido 'atigueriao' y un piropo a la usanza antigua, una mesa de dominó con el brugal 'agachao', toda una paradoja con nombre propio: Haverstraw.

Enclavada a la orilla de una empinada montaña cuya joven naturaleza, matizada por su ardorosa belleza primaveral y su desoladora tristeza cuando ya los árboles heridos del otoño gobiernan el paisaje, la Villa es una ciudad pequeña en territorio pero grande en la esplendidez de sus gentes y en la multicidad cultural que en ella gravita.

Con una población mayoritariamente dominicana -tamborileña, vale decir- y también boricua, esta comarca, cuyos orígenes se remontan al silgo XVIII, ha vivido diversas etapas que la han marcado secularmente.

De haber sido bastión marítimo e industrial a principios de siglo pasado y escenario perfecto para la creación poética y literaria, por su cercanía con uno de los más históricos afluentes, este pueblo se ha convertido en cuna de una cada vez mayor comunidad latina, que ha contraído amores con esta tierra de primacías y encantos, acaso huyendo del Manhattan despiadado y brutal, de sus edificios sin fin y del galopante ritmo de vida que prevalece en aquella ciudad -la más estresante del mundo, según un reciente estudio-, y de la cual el notable poeta García Lorca dijo con justicia que es una selva de cemento, la gran mole de hierro en la que se refugian millones de luciérnagas con huesos que caminan y sobrevuelan por sobre los semáforos y pretenden ser tenidas por humanas.

Es por ello que Haverstraw es codiciado por muchos, porque a pesar de su pequeñez, de sus calles estrechas y su fachada campestre -tan parecida a ese Carlos Díaz hoy borrado de la faz de la tierra tras el devastador terremoto de 2009- y del que provienen la mayoría de sus habitantes-, constituye un resquicio de escape a las impagables multas newyorkinas, a los ensordecedores trenes y sirenas y los largos tapones propios de la vida citadina.

Fruto de esta realidad, en los últimos tiempos, los anglosajones han estado regresando en masas al Town de Haverstraw, buscando la paz muerta de la ciudad. Aunque pacífica, la que ahora se advierte es una lucha entre etnias que procuran hacerse con el control del lugar. Mientras los hispanos pelean por hacer valer su forma de vida, con todo lo que ello implica, los Norteamericanos buscan reconquistar el espacio perdido en la comarca e instaurar de nuevo sus costumbres, lo cual paulatinamente va consumándose, sobre todo de la mano del reputado multimillonario judío Martin Gingsburg, quien junto a los nuevos moradores de la villa está ejerciendo alta presión sobre la clase política -impresionantemente representada por la minoría blanca que aquí vive- para que legislen en aras de arrinconar a los latinos y su cultura.

Una reciente batalla fue librada, en donde un ala de la dirigencia política más ortodoxa abogó a favor de los anglos, que prefieren las bodegas cerradas a la 1am como tarde y menos gente circulando por las calles durante la madrugada. Los pocos políticos dominicanos al mando, en realidad solo tres oficialmente electos, en una sorpresiva actitud, se alinearon con los blancos para imponer tales disposiciones, en menoscabo de su propia comunidad y sus gentes. Guacanagarix desde la tumba debió celebrar grandemente al saberse reivindicado tantos siglos después.

Pero la comunidad levantada en pleno como pocas veces, la latina, paró en seco tal despropósito y, aunque hay una ley sancionada al tenor, las bodegas siguen abiertas hasta pasadas las 2am. Ahora hay que esperar los nuevos pasos que mudarán los gringos por hacerse con el control absoluto de este paraíso que ha sido escenario, apenas, del comienzo de una guerra que, aunque sigilosa aún, promete adquirir tonos más altos merced avancen los días.

Escapar de Manhatan, Bronx y Brooklyn, sigue siendo prioridad de muchos que ya han entendido, tarde tal vez, que el infierno es posible tocarlo aquí mismo en la tierra.

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