"La trata de personas implica el uso de la fuerza, coerción psicológica y violencias físicas", que no es el caso de los haitianos que llegan a nuestro país.
Esas personas no son buscadas en su territorio y traídas con grilletes para ser vendidas a los dueños de plantaciones agrícolas, ingenieros y maestros constructores para que ejerzan labores de explotación sin pagas como hacían los barcos negreros de los siglos xvi, xvii y xviii.
Esos ciudadanos vienen a nuestro territorio sin ser obligados y porque la situación económica y política es inestable en Haití.
Al mismo tiempo, mucho de ellos mejor pagan para que sean trasladados hacia esta parte de la isla.
Si la ley de inmigración de República Dominicana se aplicara como tiene que ser, hoy no estuvieramos esa gran estampida de haitianos ilegales.
Los empresarios, cónsules y militares hacen de dicha ley los que les vengan las sagrarias ganas.
De modo, que ese grotesco anteproyecto que el Poder Ejecutivo quería imponernos como camisa de fuerza, no se justifica en nada a la realidad.
Pero bien, el presidente Luis Abinader, el consultor jurídico del palacio y el llamado canciller de la República querían hacerse los graciosos con la comunidad internacional, y lanzaron una recta a 100 millas por horas con el ridículo anteproyecto.
El objetivo era observar la óptica de los bateadores dominicanos, pero el lanzamiento fue inequívoco porque el pueblo le conectó de Home run con las bases llenas.
Amigas y amigos, cuando los juegos están en peligros de perderse, los bateadores dominicanos siempre estamos despiertos en la caja de bateo.
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