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sábado, 7 de mayo de 2022

El humano: es esencia y materia del universo en el que navega y evoluciona, en tiempo y espacio.

CODIGO 32

El humano es un ser vivo, ungido de esencia espiritual, compuesto de la materia cósmica  que gravita en el sistema solar del cual depende, en cuyo universo nació, sé formó y evoluciona, a través del tiempo y el espacio, según concluyen diversos científicos que ha estudiado la existencia de la humanidad en la tierra, relacionada con el universo.

La ciencia moderna propone una visión que relaciona a los humanos terrícolas con el universo, el espacio y el tiempo, lo que conlleva una relación  más armónica que la planteada por las  religiones, las filosofías y los teóricos de la creación y la evolución.
Las nuevas propuestas de la existencia de la humanidad, cuyos resultados son conocidos por los líderes políticos y religiosos del mundo, Pone fin al  mito de que el hombre fue simplemente creado y dejado a su suerte en el planeta tierra.

Las nuevas teorías proponen una relación mas íntima del humano con el universo, porque se formó de la materia cósmica espacial y la contiene en su composición física y la misma se desarrolla en el cuerpo y muere como lo hacen las estrellas.

Establecen los científicos que estudian la relación del universo y el ser humano que la existencia de ambos están atadas, pero que las separa por la capacidad de sentir, pensar y razonar recibida por el hombre de un ser superior que le dió vida a la materia y la hizo flotar y evolucionar en el universo.

“Somos una manera en que el cosmos se conoce a sí mismo”, solía decir el astrónomo estadounidense Carl Sagan.

Un recorrido por los últimos descubrimientos de la ciencia nos permite atisbar, siguiendo la posta de Sagan, una respuesta a la pregunta esencial por excelencia: ¿De dónde venimos?

Pero el ser humano es mucho más que un animal que lucha por sobrevivir: el hombre es, por naturaleza, un ser que busca no solo adaptar su entorno a él, sino también conocer su mundo interior.
Carl Sagan estable que la  física, en su afán por comprender las leyes del mundo natural, poco a poco ha ido revelando la historia del universo y, por extensión, la historia del hombre y de su lugar en este.

La historia que ofrece dice que lo importante no es saber cómo el hombre llegó al universo y se colocó en el planeta tierra , sino una historia de conocer cómo el universo llegó a transformarse en los seres vivos que habitan la tierra, los cuales están compuesto por los mismos elementos que forman el universo: materia y energía, en todas sus manifestaciones.

El origen de la realidad universal 

La historia del universo inicia hace aproximadamente trece mil ochocientos veinte millones de años, en un fenómeno que hoy conocemos como el Big Bang.

Cuando uno escucha la palabra universo, lo primero que nos viene a la mente son objetos brillantes que existen fuera de la Tierra y que hemos visto alguna vez en una imagen o un documental.

Pero el universo es mucho más que eso: las luces filtrándose por la ventana en el último momento de la tarde, el apoyo incondicional de una madre a sus hijos y todo cuanto se llegue a vivir y soñar en este mundo lo conforma y debe su existencia a un solo fenómeno que ocurrió hace miles de millones de años.

Esta distinción es importante por dos motivos: el primero es que nos permite entender que el origen del universo fue el origen no solo de los astros, sino también del mundo que nos rodea, de cada uno de los detalles de nuestras vidas e incluso de nuestras experiencias más humanas.

El segundo motivo, tal vez aún más importante, es que nos hace ser conscientes de que todo, absolutamente todo lo que es parte de nuestras vidas, comparte el mismo origen.

La cosmología moderna nos ha enseñado que el universo comenzó con un tamaño millones de veces más pequeño que el de un átomo y desde entonces no ha detenido su expansión.

Eso significa que en algún instante justo después del Big Bang el universo necesariamente estuvo contenido en un volumen no más grande que el de una ciruela: el universo entero cabía en la palma de una mano.

Del contenido de ese diminuto volumen eventualmente nacerían no solo el sol y sus planetas, sino incluso aquellas galaxias que se encuentran a miles de millones de kilómetros de nosotros, en algún otro rincón oscuro del espacio.

De aquella pequeña esfera también nacería el hombre: todos los seres humanos provenimos de ese diminuto volumen incandescente que existió hace millones de años instantes después del Big Bang.

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