CODIGO 32
Por Rey Arturo Taveras
SANTIAGO, REP. DOM.-La
muerte es el estado o momento que pone fin a la vida y cuando ocurre de
sorpresa genera sentimientos de frustración, tristeza, pérdida del ánido,
impotencia, estrés, confusión, dolor, etc. Pero cuando la muerte es violenta,
producto de un asesinato, los parientes de la víctima sufren íra, rabia, odio,
sed de venganza, infortunio, terror, desconsuelo, incertidumbre y otros
impulsos emocionales.
Eso es lo que ha ocurrido con los parientes y amigos del ex
teniente de la Policía Nacional Dominicana Fernando de los Santos “La Soga” , acribillado a tiros por personas aún desconocidas, al
ser emboscado la mañana del miércoles 3 de junio 2020, cerca de su residenca de
la calle Caonabo, en la entrada de Camp David, del sector Gurabo, Santiago,
donde cayó fulminado por una lluvia de balas.
Una enardecida multitud despidió, a ritmo de bachata y con
peleas de gallos, al exagente de la
policía, quien a pesar de llevar consigo un pesado rosario de muertes hasta su
tumba, en Gurabo lo consideraban héroe, gran hombre, buen amigo, conversador, afable y
una persona dadivosa que le mataba el hambre a cualquiera.
Cuando en el cementerio de Gurabo la lápida de la tumba que
servirá de última morada cubrió para siempre el enérgico cuerpo de la Soga, hubo
llantos, dolor y mujeres desmayadas por la partida del ser que amaban…. y hasta se escucharon voces y gritos de venganza y reclamo de
justicia.
EL DOLOR AJENO
Una escena dolorosa, similar a la que vivieron los parientes y amigos del temible exagente
policial, en Gurabo, le tocó sufrir en Canca la Piedra, Tamboril, a la familia
del joven taxista Antonio Guareño Polanco (La Muerte), quien fue ultimado a balazos por la Soga y el Escuadrón de la
muerte la tarde del 3 de Agosto de 1999, en Los Ciruelitos Santiago.
Hay muchos incautos que se atreven a afirmar que, sin ser verdugo nombrado por la justicia para ejecutar a los condenados a muerte, la Soga hacía el trabajo para el cual le pagaban y que solo mataba a
delincuentes.
Pero es importante destacar que la Policía Nacional esta para poner el orden público, no para matar, y que Antonio Guareño, al igual que otras de las víctimas de la Soga, no tenía prontuario delictivo.
Pero es importante destacar que la Policía Nacional esta para poner el orden público, no para matar, y que Antonio Guareño, al igual que otras de las víctimas de la Soga, no tenía prontuario delictivo.
La Muerte, como le decían al hijo de Marcos Guareño y la difunta María Justina
Polanco, era un padre de familia que se ganaba la vida taxiando y dejó dos niños huérfanos y a una mujer viuda, sin fortuna para la crianza de sus hijos.
El día que el Escuadrón lo mató, Antonio transportaba a dos hombres que le pagaron una carrera, pero que supuestamente eran perseguidos por traficar drogas prohibidas.
El día que el Escuadrón lo mató, Antonio transportaba a dos hombres que le pagaron una carrera, pero que supuestamente eran perseguidos por traficar drogas prohibidas.
La Soga, Cabrerita, Lopecito y La Cobra persiguieron el
táxis que conducía La Muerte, quien se detuvo a pesar de la oposición de sus dos
pasajeros, los cuales se desmontaron del vehículo y hulleron bajo una lluvia
de bala. Sin embaro, el inocene de Antonio salió del vehiculo con las manos en alto para que no le dispararan, pero no hubo
compasión y murió fulminado a balazos.
Según testigos oculares del hecho, para
rematarlo La Soga le pasó el carro por encima al cuerpo inerte de La Muerte y
las llantas del vehículo le aplastaron la cabeza, dejándolo irreconocible.
Su familia clamó justicia sin que las
autoridades le hicieran caso y los parientes de La Soga ni se enteraron de
aquella horrible muerte, ocurrida hace 21 años.
VIDEO DEL ENTIERRO DE LA SOGA
https://www.youtube.com
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