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miércoles, 7 de julio de 2010

Exorcismo en Colombia

CODIGO 32
Grita desesperada y nadie parece controlarla. Sus padres aprietan sus hombros pero Karen se resiste. Su voz se desdobla y la que habla no es ella, insiste su madre, quien ata en sus delgadas manos un crucifijo hecho con madera. La escena es de película. La chica tiene escasos 24 años y supuestamente está poseída por un espíritu maligno que la perturba. Ella desconoce lo que sucede y su familia parece que también.

La mujer entró en desespero hace dos meses en Bogotá, donde reside. Fuertes dolores de cabeza la derrumbaban, lloraba demasiado, gritaba del dolor y hasta pedía auxilio cuando caía al suelo.

Médicos especialistas en psiquiatría y neurología la atendieron. Sin embargo, los comportamientos extraños se volvieron incontrolables. La mujer dejó el estudio y las amigas se alejaron por temor.

La familia entendió que los males de la chica requerían otra atención y terminaron en el consultorio de Maitú Yenda, un reconocido espiritista que recorre el Amazonas y Putumayo (regiones colombianas donde abundan los brujos y chamanes), que prometió luchar contra el mal que la atormentaba.

El escenario para el exorcismo fue una zona boscosa, silenciosa y apartada ubicada en la vía que de Neiva, Huila, conduce hacía Bogotá. De un coche con vidrios oscuros apareció la frágil mujer. Su rostro era tan indefenso como el de cualquier chica de su edad. Sus pasos eran cortos, no sonreía y ni hablaba.

La familia quería ocultarla pero era imposible. Los expectadores, todos con crucifijos en las manos, querían conocerla.
"Very cundei, very cundei", empezó a recitar el chamán, mientras Karen quería salir corriendo. Atenta lo miraba con ojos de ira. Buscaba lanzársele encima, pero no podía porque la tenían sujetada.
Un frondoso árbol servía de celestino al ritual. El fuego hacía lo propio mientras la hacían avanzar caminando alrededor de la candela. Los asistentes tenían preguntas, interrogantes que querían resolver cuanto antes. Sin embargo, era mejor esperar. El chamán había anticipado que las burlas podrían ser un trampolín para que el espíritu de Karen penetrara en cualquiera de los presentes.
Sentado en una butaca, el espiritista prosiguió el ritual. "En nombre de la divina creación del universo, con la unidad del espíritu santo, llamo para saludarlo...", insistía y continuaba: "que los acá presentes serán protegidos". Sorpresivamente de las llamas salió un fogonazo y la chica empezó a llorar. Estaba desesperada y parecía incontrolable. Ana Judith, su hermana, sujetó sus brazos, mientras Maitú Yenda recitaba una cantidad de palabras por segundos que nadie entendía.
Los gritos se hacían más intensos y los asistentes se miraban entre sí y guardaban silencio. Otros opinaban en susurros y se alejaban lentamente por temor.
Maitú golpeaba suavemente el cuerpo de la poseída con dos manos de cuero, mientras ella buscaba desplomarse. El fuego seguía ardiendo, él no detenía sus manos y su voz fuerte donde pedía al espíritu "salirse, salirse, salirse..." "No podrá conmigo, ella no creía en mí, dijo que no podía hacerle nada, pero estoy retando su espíritu", manifestaba el indígena con plumas en su cabeza que bailoteaban al ritmo de sus manos.
La mujer cayó al suelo, fue despojada de sus prendas que terminaron ardiendo en la candela. Con otro ropaje, fue bañada con agua bendita. La reacción fue impresionante, empezó a gritar, llorar y a vomitar excesivamente hasta calmarse.
La familia prefirió guardar silencio y se limitó a decir que el espíritu penetró el cuerpo de la chica desde hace dos meses, la mujer empezó con dolores de cabeza y los ataques eran fuertes.
"¿Te sientes mejor?", preguntó ELMUNDO.es a la chica. La exorcizada se limitó a mover sus brazos en señal positiva. Su voz no se escuchó. La familia optó por retirarla de inmediato.
"Hemos recorrido muchos sitios, a Maitú lo recomendó una amiga, salvó a un niño en Bogotá", dijeron los padres que encendieron su auto y se trasladaron a Neiva porque no querían protagonismo, solo la tranquilidad de su primogénita.
Atrás quedó la preocupante escena y posiblemente el espíritu que atormentó a la mujer, quien espera poder vivir una vida normal. En Colombia los brujos abundan más que los policías, dicen los incrédulos. Maitú Yenda se limita a responder a que la maldad existe. Cierto o no, Karen se confiesa tranquila que es lo importante.

2 comentarios:

  1. estas brujerias lo hacen las personas inmaduras y sinicas que fingen ser quienesd no son, haciendo caras de niña buena. deben ser castigadas por DIOS quienes hicieron esto. Lo que han hecho es dañar momentos de felicidad con los padres y familia en general. Dejen de hacer tanto daño o es que les falta mas de lo que esta haciendo este gobierno corrupto.

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  2. Es la solución. Pero, acudieron a la persona equivocada. Dejo el link de una página que contiene información valiosísima. Sólo DIOS puede erradicar el mal, pues el mal no se expulsa a sí mismo.
    En lugar de solución, estas personas empeoran las situaciones.

    http://esorcismo.altervista.org/esorcismo_sacramentale.htm

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