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sábado, 8 de noviembre de 2008

Matar la verdad y envenenar al pueblo: censura y autocensura en la prensa

La censura y autocensura en la prensa dominicana

Rey Arturo Taveras

En la mayoría de los casos de censura los políticos sobornan  a los informadores públicos y  hacen con la firme y desvergonzada intención de ocultar el hurto del patrimonio del pueblo, entrando en complicidad políticos, autoridades, empresarios y parte de los llamados líderes de la prensa.

La competencia de los medios de comunicación en su lucha por sobrevivir y no dejarse desplazar y el interés mercurial, muchas veces desmedido, de los propietarios y directores de los medios informativos de masa  por lograr poder económico someten a la inteligencia de los integrantes de la prensa dominicana a la más fúnebre represión, a través del empleo mal remunerado, lo que genera el chantaje y la desinformación por paga.

También hay que decir que la censura que hacen a la prensa dominicana los políticos,  empresarios, los representantes de la justicia y las  autoridades religiosas es inquisitorial. Los pedidos de censura son implantados con furor por los que detentan el poder mediático, con tal de preservar su existencia o defender los intereses de sus amigos y asociados en los poderes del Estado.

Pero, si la censura previa de los empresarios de la comunicación es común y está arraigada en los medios de difusión de la información de masa en la República Dominicana, la autocensura de la mayoría de los periodistas o productores de programas es tal vez peor.

Los propietarios de los medios por temor a ser ahogados económicamente y los directores de prensa, ante el riesgo de ser destituidos de forma fulminante, extremen su celo en la redacción y difusión de noticias para evitar la publicación de informaciones que laceran intereses.

Ante la pobreza mediática, la poca formación de la mayoría de los informadores públicos, la falta de ética,  la usurpación de la profesión por parte de persona sin el conocimiento que requiere ser periodista sumergen esta carrera en un mar de falsedad, oportunismo y miseria.
 Son muy pocos los periodistas que pueden encontrar la fórmulas para informar de manera objetiva y  sortear los barrotes de la cárcel que imponen los poderes que convergen en la superestructura del Estado a la verdad en los medios de comunicación.

Para sobrevivir o hacerse millonarios casi todos los periodistas de República Dominicana comulgan con el fantasma de la censura y la autocensura, porque existe una atadura, con cadenas mordaces, a una crisis económica y de valores humanos que atenta contra la integridad misma de los profesionales del periodismo y contra el sustento de sus hijos.

Inclinar la cabeza ante los poderes económicos, políticos y religiosos del país  significa renunciar a la libertad de expresión, cimiento sobre el que descansa el mal construido  edificio de la democracia criolla: tea que ilumina el camino que deben seguir los pueblos, arma que permite liberar a los oprimidos del yugo del verdugo capitalista que los golpea de manera sistemática.

Renunciar a la difusión de la verdad sería ahogar la vergüenza en la mediocridad, frente a la estupidez del mezquino que se alza con el santo y la limosna, engañando al pueblo con mentiras cocinadas con ingredientes tóxicos que, como brebajes mágicos y embriagadores, sirven para cegar al pueblo y ocultar la verdad, en torno a la administración del erario del publico.

La censura y autocensura de los periodistas  en la tierra de Duarte tritura también la libertad de expresión y se convierte en un peligro real y concreto para los pueblos, porque hace que por dinero los medios de comunicación callen la verdad aunque sucumba la vergüenza y la dignidad, herencia sana y grandiosa de nuestros hijos.

Cuando de relaciones con el poder político y económico se trata los dueños de los medios y los periodistas no asalariados, con programas propios, cierran los ojos y convierten la censura y la autocensura se en el mecanismo idóneo, utilizado por los hombres para afianzarse en el poder y evitar ser desplazados.

En el pasado la censura teñía de sangre al periodismo con el asesinato del comunicador o dueño de medio y aunque hay países en los que esa práctica se da a diario cabe decir que, en la actualidad,  en la República Dominicana solo se mata económicamente al que no acepta la censura y por eso muchos periodistas que se niegan a sucumbir en el fango de la corrupción viven en la miseria económica y otros han salido huyendo de país a refugiarse como exiliados económicos en Estados Unidos o Europa.  .

Los gobernantes, políticos, empresarios, autoridades militares y religiosos acuden a la censura o ejercen presiones para que se produzca la autocensura cuando ven que sus errores y delitos, expuestos ante la opinión pública, terminarán por atentar contra su estadia  en el poder o cuando laceran sus intereses.

Muchos medios de comunicación aceptan ser silenciados y se convirtieron en cómplices del poder político y económico para mantener sus beneficios, aunque caminan en contra del bien común.

Por muchas razones, podemos afirmar que la censura y el acoso del poder contra la prensa es más inclemente que el ocurrido en las épocas de los regímenes dictatoriales como el de Rafael Leónidas Trujillo Molina, Joaquín Balaguer, en que se mataba al comunicador a tiros, pero ahora la muerte es peor, porque quien no comulga y recibe una migaja del pan de la vid de la mentira esta condenado al ostracismo público y economico.

Los mandatarios mas recientes que ha tenido el país utilizan un arma poderosa contra Los Rosca Izquierda del periodismo que no se prostituyen: tomarlos como chivos expiatorios y desacreditarnos y asi los valientes son torturados económica y psicológicamente.

No hay duda, la Censura y la autocensura en la prensa del siglo21 es peligrosa, mortal, pecaminosa, no encierra pérdidas humanas como en el pasado, pero si la muerte económica del que no se ciñe a ella.

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