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lunes, 17 de febrero de 2014

Desigualdad social y alto costo de la vida lleva a miles de dominicanos a vivir en las calles

CODIGO 32
Por Elba Garcia
(Abogada y comunicadora) 
Miles de indigentes viven en calles, avenidas, parques y debajo de  túneles y puentes de República Dominicana

La falta de una política crediticia del Gobierno se convierte en una de las razones que genera mayor desamparo social, ya que muchas personas por su bajo poder adquisitivo se ven obligadas a vivir en las calles.
El alto costo de una vivienda y de los alquileres pone en riesgo a muchos individuos y a inclinarse a vivir debajo de los puentes, elevados y casas abandonadas, así como en las calles, cuyo peor drama se produce cuando tienen que arrastrar con sus niños a unas condiciones de vida infrahumanas.
Los que viven en total desamparo social arman colchones con trapos sucios y cartones y se asean a la luz del día ante la mirada indiferente de los transeúntes, quienes cuentan con escasas posibilidades de superar su dolorosa situación en virtud de que los gobiernos no priorizan la inversión para dotar de un techo a los que no tienen otro lugar para refugiarse que no sean  las calles.
El drama toma un mayor nivel de inequidad cuando se observa el levantamiento de megas obras en las que el Estado invierte altas sumas de pesos o dólares, sin incluir los adendos, la mayoría de cuyos presupuestos se van a las arcas de las compañías constructoras, lo cual ha permitido que históricamente muchos terminen multimillonarios, mientras otros deambulan por las calles con la barriga vacía y sin un techo donde vivir.
En la actualidad son varias las familias que viven debajo de los elevados en la capital dominicana en medio del sucio, sin ducharse y sin nada que comer, mientras otros depredan el patrimonio público impunemente.
En la República Dominicana se estima que hay unos 800 mil indigentes que duermen donde le coje la noche y comen los desperdicios que son lanzados a los cestos de basura.
En los últimos años la República Dominicana ha pasado de un puente a un mercado del narcotráfico lo que ha dejado una secuela de jóvenes adictos a las drogas y en consecuencia un empeoramiento de la indigencia con los llamados palomos, es decir adolescentes consumidores de estupefacientes, que viven en los parques y otros lugares públicos sin que el Estado implemente una política dirigida a protegerlos y prevenir que otros caigan en el mismo problema.

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