La población dominicana debe condenar el atropello policial contra el periodista Inocencio Encarnación

CODIGO-32-SIPRED

Por Rey Arturo Taveras 

Hasta cuándo tantos atropellos en Santiago con la prensa

El reciente incidente en Santiago, donde el veterano periodista y cantante Lic. Inocencio Encarnación Prado, conocido como "El Divo", fue víctima de un acto vil y reprochable por parte de la policía mientras realizaba su labor.

Lo ocurrido al periodista Encarnación, quien labora para varios medios de comunicación, es  una muestra más de una preocupante tendencia de atropello policial a los miembros de la prensa que ya no puede ser ignorada.

La agresión sufrida por el comunicador no es únicamente un ataque a un profesional de la prensa, sino a la libertad de expresión y a los derechos fundamentales de la ciudadanía.

Resulta alarmante que quienes tienen el deber de proteger al pueblo se hayan convertido, en demasiadas ocasiones, en protagonistas de abusos de poder. 

Es indignante y constituye una vergüenza nacional ver a Encarnación, un hombre tranquilo y de carácter pacífico, siendo despojado de su celular de manera agresiva por un agente policial mientras cubría un accidente de tránsito en la autopista Joaquín Balaguer.

La escena, grabada por testigos, muestra cómo se intenta silenciar la eficaz  labor de información periodística del licenciado Inocencio Encarnación, violando su dignidad y  el derecho de todos a estar informados.

En esta tierra de poetas y músicos, la libertad es nuestro himno, y la prensa su guardiana. 

El atropello contra un periodista no es solo una agresión física; es un puñal que hiere la esencia misma de nuestra democracia, la que los políticos enarbolan, solo en campaña para ganar adeptos y cuando son funcionarios dejan que la pisoteen como trapo viejo.

Como si de un teatro macabro se tratara, la policía actúa no con el propósito de velar por el orden público, sino como actores que interpretan una obra de represión, donde el abuso y el miedo parecen ser sus principales protagonistas.

¿Hasta cuándo se permitirá que el miedo reine en las calles de Santiago, mientras los derechos ciudadanos son pisoteados por los agentes policiales que reciben salarios que son pagos con los impuestos que salen del sudor del pueblo ? 

La prensa, como columna vertebral de una sociedad democrática, debe ser respetada y protegida. Inocencio Encarnación Prado no es el primer periodista en ser agredido, en Santiago y otros pueblos, pero esperamos que sea el último.

Es imprescindible que toda la prensa nacional, desde los grandes medios hasta los más pequeños, condenen este hecho con la firmeza que merece.

 Callar ante esta injusticia sería traicionar a un colega, así como a la verdad misma. 

El silencio, en estos casos, no es neutralidad; es complicidad.

El vil intento de callar a la prensa mediante la violencia nos recuerda cuán frágil es la libertad cuando no la defendemos con gallardía y con todas nuestras fuerzas. 

Como sociedad, no podemos permitir que estos actos queden impunes. La denuncia debe ser el eco que resuene en cada esquina, en cada rincón del país. La libertad de prensa es sagrada, y quienes la mancillan deben rendir cuentas.

Así como el río fluye sin detenerse, la prensa debe continuar su labor incansable, sin ser frenada por quienes intentan contener su corriente.


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