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lunes, 5 de abril de 2010

Un voto moral y de consciencia

CODIGO 32
Dentro de pocas semanas los ciudadanos dominicanos ejercerán el sagrado derecho que les confiere la constitución de elegir, a través del voto directo y secreto, a los legisladores del país y las personas que tendrán la responsabilidad de dirigir por seis años los destinos de los municipios y los distritos municipales.

El hecho de ir a votar el próximo 16 de mayo es un acto de trascendencia histórica, porque el resultado de estas elecciones tendrá implicaciones morales muy relevantes que influyen de manera directa en la seguridad y defensa de la vida, la tranquilidad y estabilidad de la convivencia social.

Ante esa situación los electores deben hacer una profunda reflexión sobre la calidad del voto de consciencia, para descubrir las implicaciones y consecuencias morales del sufragio y así ejercer con responsabilidad y dignidad el derecho a tener autoridades pulcras y confiables.

En las elecciones cada ciudadano tiene que decidir libremente el contenido de su voto, pero esta libertad no quiere decir que sea de arbitrariedad ni indiferencia. Por eso es justo que se tomen en cuenta muchos aspectos que son orden práctico acerca de cómo cada uno puede inclinarse a favor de la solución o de los proyectos que le parezcan más convenientes para el bien común.
Hay otras consideraciones de orden moral en virtud de las cuales podemos sentirnos más obligados en conciencia a apoyar o excluir algunas de las alternativas electorales posibles que presentan los partidos políticos.

Es necesario acoger el llamado de la iglesia católica y de los empresarios dominicanos de que hay que votar con la mayor conciencia posible, según los criterios morales que exhibe cada candidato.

Cada elector debe valorar los diversos elementos y circunstancias actuando libremente según su propio juicio y su conciencia. En democracia es indispensable que cada ciudadano pueda intervenir en la vida política según su propio criterio y su propia conciencia con absoluta libertad y plena responsabilidad.

Los religiosos y otras personas e instituciones de clara conciencia y de buena voluntad consideran que los aspectos morales son muy importantes para el bien de las personas y el de la sociedad entera, a mediano y largo plazo.

El criterio fundamental para configurar la propia conciencia es la obligación de evitar el mal y de favorecer el bien, a través del voto.

Según este criterio, los católicos tienen claro que no se pueden apoyar programas o proyectos políticos que amenazan el derecho a la vida de los seres humanos, desprotegiendo la realidad de la familia y que debilitan las bases de la convivencia.
En el caso de que ninguna opción política satisfaga las exigencias morales de la conciencia ciudadana, la conciencia induce a votar por aquella alternativa que parezca menos contraria a la ley natural, más apta para proteger los derechos de la persona y de la familia, más adecuada para favorecer la estabilidad social, económica y la convivencia.

Hay que votar por el partido que presente la propuesta o programa de gobierno que en su contenido respete la ley moral en sus actividades legislativas y administrativas.

En las presentes circunstancias, desde el punto de vista moral, lo que se puede decir con claridad y seguridad es que, en este caso concreto, para votar responsablemente, es preciso anteponer los criterios morales a las cuestiones y preferencias materiales que son cuestionables ante la sociedad en el orden estrictamente político.

Esto ocurre siempre que las propuestas de los partidos desbordan sus legítimas competencias y afectan a cuestiones de orden moral que tienen que estar por encima de los avatares políticos.
El buen criterio de los votantes es el verdadero guardián de la salud moral y cultural de las
sociedades y de los pueblos. Que Dios ilumine a cada elector y guie al pueblo por el camino del buen sentido y de la justicia, pilares de la paz y del verdadero progreso.

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