Mi hermano Fer

CODIGO32-SIPRED Por Johan Rosario Hoy se suponía que estuviera volando a Ciudad de México desde Nueva York, para encontrarte y estrechar tu mano, seguir abonando el fértil terreno de la amistad que apenas empezaba a germinar entre nosotros y de paso abrazar a Clau, esa alma también elevada y noble que tanto admiro. En cambio, ayer recibí la infausta noticia que me dejó sin aliento: Saúl, desde Guadalajara, llamó entre llantos y lamentos y me dijo apenas una palabra —“Se fue”—. Duré dos horas en estado de shock; luego vino un mar de lágrimas y la incredulidad que todavía me habita. Recuerdo tantas de tus palabras sobre ese momento final, que tú definías como incomparable: “La muerte es la libertad real”. Me las repetiste con insistencia y firmeza hasta que dejaron de ser teoría y se convirtieron en consuelo. “Nunca le temas”, me decías. “Es el momento cumbre y más hermoso de todos, cuando entras al descanso verdadero y a la felicidad perenne, eterna y plena”. Hoy, esas lapidarias ...