El caso Senasa: un desangre que hiere la confianza en la salud pública
CODIGO32-SIPRED
Por Johan Rosario
Senasa, la aseguradora estatal que en su momento intentó replicar el modelo disruptivo de Salud Dominicana, abrió más de veinte oficinas internacionales desde Miami hasta Madrid, pasando por Nueva York, Connecticut, Puerto Rico, Roma, Boston y hasta Londres. Se pensó que semejante estructura arrasaría con nuestra compañía, fundada en 2012 sobre cimientos sólidos, y que ha afiliado a miles de dominicanos en todo el mundo.
Muchos vaticinaron el fin de nuestro proyecto en el capítulo dominicano. Pero nunca me intimidé. Siempre sostuve que la competencia, lejos de ser una amenaza, era un estímulo: brinda al cliente la posibilidad de comparar, medir y tomar decisiones más informadas. De hecho, advertí con claridad: “el cliente que se va, volverá”.
Hoy, la realidad me da la razón. El gigante estatal que parecía imbatible se tambalea bajo el peso de un fraude colosal.
Un modelo insostenible
Desde hacía tiempo se percibían señales de alarma: nóminas abultadas, oficinas con personal innecesario, derroche de recursos en alquileres onerosos alrededor del mundo y estructuras sobredimensionadas que generaban pérdidas. Como conocedores del sector, sabíamos que ese modelo era infuncional e insostenible, por no generar rentabilidad.
El fraude revelado
Investigaciones oficiales y reportajes periodísticos confirman lo peor: durante al menos cuatro años, una red de corrupción drenó miles de millones de pesos del Senasa.
Se autorizaron más de 4,000 procedimientos médicos fantasma utilizando identidades reales de afiliados.
Un “call center paralelo” operado por exempleados desde fuera de la institución gestionaba las falsas autorizaciones.
El esquema habría movilizado más de RD$41,000 millones en transferencias ilícitas, muchas vinculadas al programa internacional Larimar, pero sobre todo a los planes contributivos locales, que fueron los más utilizados en el esquema.
Entre los implicados figuran altos funcionarios: Gustavo Güílamo (jefe de gabinete), Germán Robles (consultor jurídico), Rafael Dujarric (planificación) y Gustavo Mesina (finanzas). Testigos señalan a Robles como la cabeza del entramado.
Una crisis que golpea a millones
El resultado es devastador:
Médicos sin cobrar durante meses y años.
Afiliados sin cobertura real, a pesar de haber pagado fielmente sus aportes.
Dominicanos dentro y fuera del país (desde Nueva York hasta Italia, y desde Jimaní hasta Higüey) atrapados en la incertidumbre de un seguro que podría no responder ni ante una consulta, una emergencia, un simple mentiolé ni frente a un accidente grande o pequeño, ni frente a un evento catastrófico.
El propio Ministerio Público y el Presidente Abinader han reconocido la magnitud de la investigación en curso. Se perfila como uno de los mayores escándalos de corrupción de este gobierno.
Reflexión final
Lo ocurrido en Senasa no es solo un golpe financiero: es una puñalada a la confianza de millones de dominicanos que necesitan un servicio esencial como la salud. Un país puede soportar muchas crisis, pero cuando se corrompe el derecho a la vida y al cuidado médico, la sociedad entera queda en riesgo.
La historia confirma que los proyectos sólidos, serios y sostenibles resisten las tormentas. Salud Dominicana sigue en pie, con la frente en alto, demostrando que la transparencia y la confianza son los mejores cimientos para crecer y perdurar.

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