Reconocen en “Generaciones de Humo” a Ramón Antonio Rodríguez (Pulita), padre del empresario Radhames Rodríguez.
Por Rey Arturo Taveras
TAMBORIL, R.D. Fue reconocido, como legado viviente de la historia tabacalera dominicana, el señor Ramón Antonio Rodríguez (Pulita), patriarca pionero de una dinastía que convirtió el aroma del tabaco en símbolo de identidad y orgullo tamborileño.
El homenaje póstumo tuvo lugar en el majestuoso evento “Generaciones de Humo”, celebrado la noche del ayer miércoles 15 en Tamboril, bajo la organización de los hermanos Juan y Leandro Gómez, en el marco de las fiestas patronales San Rafael 2025.
En el evento se rindió tributo a los hombres y mujeres que sembraron la semilla de una industria que hoy hace respirar prosperidad al pueblo que el mundo conoce como la Capital Mundial del Cigarro.
En medio de luces, aplausos y memorias, el nombre de don Pulita se alzó como un eco de gratitud.
“Mi padre fue un hombre de técnica y corazón que nos enseñó el arte del tabaco y el valor del esfuerzo y la disciplina. Por eso felicito a los hermanos Leandro y Juan Gómez por la iniciativa de reconocer a quienes sembraron la semilla de la industria del cigarro, en Tamboril”- dijo Radhames Rodríguez al recibir el reconocimiento otorgado a su padre.
HISTORIA:
Su historia comenzó en 1956, cuando fundó la Tabacalera El Artista, entonces conocida como Cibao, un pequeño taller donde apenas una treintena de manos laboriosas daban forma a los sueños envueltos en hojas doradas.
Entre esas manos infantiles se encontraba la de su hijo, Osvaldo Radhamés Rodríguez, hoy presidente de DF Tabacalera El Artista, quien, con apenas cuatro años, ya caminaba entre aromas de tabaco y enseñanzas de vida.
Tras la partida de don Ramón Antonio, el joven Osvaldo asumió el timón de la empresa con apenas dieciséis años.
Radhames estudió, trabajó y soñó sin descanso en ser como su padre y empujar la empresa a la cúspide de la grandeza que hoy exhibe.
Por eso se licenció en Administración de Empresas, cursó maestrías de Mercadeo y, mientras tanto, hizo florecer aquella fábrica humilde en un imperio del aroma y la calidad.
En su tercera generación continúa ese legado, sosteniendo el nombre familiar como bandera de excelencia.
En 1992, durante el auge del tabaco dominicano, El Artista expandió su visión hacia los Estados Unidos y otros mercados internacionales.
Desde entonces, la empresa ha crecido hasta consolidarse como una de las más importantes del país, tanto en la producción de cigarros como en la exportación de tabaco y materias primas a diversos continentes.
El nombre “El Artista” encierra la filosofía que dio origen a toda una cultura: hacer un cigarro no es un oficio, es una obra de arte. Cada puro es una sinfonía de tiempo, paciencia y devoción, tallada hoja a hoja por manos que saben transformar el humo en poesía.
Así, en la noche de Tamboril, entre aplausos y nostalgia, el nombre de don Pulita volvió a encenderse como brasa eterna, recordando que los grandes hombres no se apagan: se quedan perfumando la historia con el humo sagrado del trabajo, la fe y la herencia familiar.


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