CODIGO 32
Por Eugenio Taveras
Hace mucho tiempo, que sin ser abogado, yo, vengo diciendo
que nos revisemos que en cuanto a Leyes y Códigos se refiere estamos más que
jodidos; dicho de otra forma, ya no estamos jodidos, es diferente, ya no nos
tenemos que joder porque se nos acabó la fórmula de la jodienda.
Mi ex esposa, fallecida, era abogada, y ella me dijo,
siempre, que el Congreso había parido una Ley y dos códigos que cuando
estuvieran en pleno desarrollo "nos llevaría quien nos trajo", ellos
son: la 24-97 (dizque referente a la violencia
de género o entre familia, pero que a fin de cuentas es un paquete de artículos
exclusivos para que el hombre se esté quieto y sepa comportarse como tal y con
altura ante las damas porque si no van derecho a la chirola por un simple
quítame esta paja); el Código del Menor (fabricante de ladronzuelos, vándalos y
delincuentes por debajo de los 18 años) y el Nuevo Código Procesal Penal
(encargado de la impunidad de los ladrones, corruptos y delincuentes grandes).
Tanto la Ley 24-97 como los Códigos en referencia han tenido
que ser reformados y ningunas de las revoluciones efectuadas han llenado las
expectativas, porque los legisladores se ponen ellos de acuerdo, pues, casi
siempre lo único que hacen es corroborar paquetes que llegan escritos con instrucciones
expresas desde el exterior, pero la sociedad, afuera, no logra entender los
alcances de los mismos y seguimos en un laberinto sin fin y en un atolladero
incongruente y desordenado, fruto de la incomprensión de jueces, fiscales y
abogados que a diario deben lidiar con los conceptos contenidos en los
artículos que conforman el conjunto de leyes y códigos dominicanos, sin un
definido porqué fue aplicada la libertad o pena a un presunto inocente hasta
demostrarse lo contrario.
Es más, mi fallecida ex me reiteró en varias ocasiones: “cuando la mujer y el hombre conozcan los
alcances de la Ley 24-97 que tanto la defiende, sin miramientos, habrá más
muertes, porque el hombre pagará por una galleta o una trompada igual que por
un balazo o una puñalada”. El tiempo le
dio, con sobrado margen, la razón, y no es que yo esté a favor de la violencia
de género, intrafamiliar o como se llame, pero quiero que un sabelotodo, de los
tanto que aparecen en el mercado de los analistas, me diga si la situación de
los uxoricidios de 1997 hacia el pasado tiene algún parecido con lo que ha
sucedido después de votada la Ley antes mencionada.
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