Un estudio realizado por un equipo de astrónomos de la Universidad Estatal de Texas-San Marcos determina que la Luna podría haber tenido algo que ver en el hundimiento del Titanic, o más concretamente en las peligrosas condiciones del mar y en la existencia de numerosos icebergs en la noche en que el trasatlántico tuvo el accidente.
El autor principal de este trabajo, Donald Olson, ha indicado que, a
través de una serie de técnicas "más parecidas a las de los detectives
que a las de un científico", han logrado descubrir que el 4 de enero de
1912 (cuatro meses antes de la tragedia), la Luna y el Sol se alinearon en un modo en el que los tirones gravitatorios de uno y de otro se reforzaban.
Además, el perigeo de la Luna -su acercamiento máximo a la Tierra-
fue el más cercano en 1.400 años, y se produjo a menos de seis minutos
de una Luna llena; mientras que el perihelio de la Tierra -máximo
acercamiento al Sol- se produjo el día anterior.
Estas circunstancias fueron las que, según los expertos, provocaron una marea inusualmente alta,
lo que provocó que muchos icebergs, que en esa época se quedan
atascados en aguas poco profundas, se derritieran lo suficiente como
para "viajar" hacia las corrientes oceánicas del sur en donde, en abril
de 1912 se encontraron con el Titanic.
Así, para Olson, "la causa última del accidente fue que el barco chocara contra un iceberg".
"El Titanic no pudo frenar, después de haber recibido varios mensajes
en los que se les alertaba del mar helado que tenían por delante, pero
se metió a toda velocidad en una región con icebergs y ésto es lo que
realmente hundió al barco", ha indicado.
En este sentido ha añadido que "la conexión con la Luna es la
explicación de por qué un número inusualmente alto de icebergs se metió
en el camino del Titanic".
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