CODIGO 32
Por Arturo Taveras
TAMBORIL, REP. DOM.- Crear una
especie de bulevar en la avenida presidente Vásquez de este municipio para
poner fin a los escándalos que afectaban el parque local Trina D´Moya y áreas
circundantes resultó ´´ser una cura peor que la
enfermedad´´, porque generó un problema de mayor envergadura que el existente.-
El mencionado bulevar de Tamboril es un arma de doble filo, porque
beneficia a los comerciantes de la venida y dinamiza la economía local con el expendio
de bebidas alcohólicas y comida rápida, pero también es una peligrosa bomba
social que intranquiliza a decenas de familias que desde hace muchos años
residentes en el entorno de la avenida.-
Esa bomba de tiempo social podría
estallar en cualquier momento y provocar una tragedia sin precedente, debido a
la gran cantidad de personas de diferentes lugares y de escasa formación que allí
se reúne a consumir alcohol y otras
sustancias alucinógenas, portando armas blancas y de fuego, en medio del
desorden imperante por la poca
vigilancia policial.-
A pesar que las autoridades
municipales anunciaron con bombos y platillos que la inauguración del boulevard
en el centro de la avenida presidente Vásquez era un lugar que garantizaría el solaz
esparcimiento de las familias tamborileñas, ha ocurrido todo lo contrario.-
El problema que ahora escandaliza
y llena de pavor de a los habitantes de tan
laborioso municipio es delicado y surge como producto de la falta de previsión,
debido a que debió crearse un cuerpo de
orden y un sistema de normas que evite la
ocurrencia de cualquier alboroto en un lugar considerado zona
residencial por tradición.
Empero, no todo esta perdido
porque aun el volcán esta en ebullición y se pueden buscar alternativas que
puedan evitar que el fuego de la emoción
humana, alterado por los alucinógenos y la impetuosidad juvenil, exacerben los ánimos
y generen choques sociales que terminen en tragedia.
Como la constitución de la República faculta a los cabildos para crear normas
municipales que regulen el tránsito, el uso de suelo y toda actividad social en
el territorio de su competencia, resulta imperioso que los ediles tamborileños
creen ordenanzas tendentes a controlar en el bulevar el expendio y consumo de bebidas alcohólicas y sustancias
narcóticas, el porte de armas, la música, los ruidos, el tiempo de esparcimiento
en ese lugar y cualquier actividad que atente contra el pudor público.
En ese sentido, la mejor
forma de controlar el desorden en Tamboril es con normas que faculten a la
autoridad judicial competente con derecho a sancionar a los infractores de las ordenanzas emitidas por el cabildo con
castigo de cárcel y multas severas, tal como ha ocurrido en ciudades que eran
violentas como New York.
Empero, las normas sociales y
legales que amerita Tamboril deben ir acompañadas de planes que soporten la esencia
del bulevar y que permitan la recreación sana de las familias, a no ser que
haya personas poderosas que busquen mantener revueltas las aguas para tener ganancias
de pescadores y sacar provecho al desorden.
Las autoridades municipales y
los empresarios le sacan mayor provecho a la sana diversión familiar con la conversión de la avenida en un centro cultural
donde redesarrollen diferentes actividades artísticas que rescaten las
llamadas retretas del parque y lleven
mensajes positivos a la juventud.
Se debe evitar que ese lugar
siga siendo un atractivo para la delincuencia, el micrográfico, los alteradores
del orden con su adicción a la música alta, y la prostitución y que se devuelva así la tranquilidad a las
familias que allí residen.
El cabildo debe contemplar también un cuerpo de orden mas numeroso
y que sea integrado por la policía municipal
y nacional para que haya mayor respeto y se que impongan el orden perdido.
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